domingo, 8 de marzo de 2015
EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD
EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Las conversaciones entre los Estados Unidos y Cuba han generado infinitas especulaciones respecto al impacto político y económico que tendrá en la mayor de las Antillas. A ambos lados del Estrecho de la Florida se propagan augurios sobre lo que sucederá, desde los más optimistas hasta los más fatalistas. De ahí que han surgido dos vertientes o posiciones respecto a la “normalización” de la relaciones entre ambos países. Unos que lo ven como positivo para lograr un cambio de régimen en Cuba y otros que lo perciben como negativo para la libertad del pueblo cubano. En la jerga popular se le ha dado llamar los de los cuatro puntos y los de los siete puntos, respectivamente.
Pero lo cierto es que se trata de un evento en el que el pueblo cubano --- de dentro y de afuera --- no ha tenido la más mínima injerencia, puesto que han sido completamente marginados en las conversaciones entre el gobierno americano y el régimen dictatorial de Cuba.
Ambos gobiernos están tras la consecución de sus particulares intereses, que en nada tienen que ver con los del pueblo cubano, por lo que continúan sus conversaciones y visitas de funcionarios, sin que el cubano de a pie, opositor o exiliado, tenga nada que ver en esos chanchullos diplomáticos y comerciales. Pero independientemente de los que los negociadores hagan o deshagan, de reestablecerse las relaciones y el comercio de modo regular con Cuba, tendrá un impacto incierto en la sociedad cubana.
Los que apuestan por un resultado optimista muy posiblemente se apoyan en el desenlace que tuvo en los pueblos de la URSS y Europa Oriental, la relativa mejoría económica, como uno de los detonantes de los cambios políticos allí ocurridos.
Los que se ubican en el resultado pesimista, calculan que el régimen cubano está diseñado para favorecer a la casta gobernante, quienes aumentaran sus riquezas y su poder represivo, fortaleciéndolos y perpetuándolos en el poder. Algo así, como lo ocurrido en China y Viet Nam, donde la libertad y los derechos humanos brillan por su ausencia y es la cúpula en el poder la que se enriquece y empodera.
Ocurra lo que ocurra, gran parte de haber sido ignorados, por no decir, más aun, pisoteados y humillados, ha sido la fragmentación de que adolecen tanto la oposición interna como la externa, frente a un régimen dictatorial que en esencia es unitario. La debilidad del fraccionamiento favorece a los enemigos internos y externos del pueblo cubano. De hecho, fomentar la división ha sido un trabajo constante y cotidiano de los agentes del régimen castrista infiltrados en la oposición, tanto interna como externa.
El obstáculo del divisionismo y la atomización de las fuerzas opositoras cubanas se precisa superar para poder hacernos verdaderamente competitivos frente a los enemigos internos y externos de la patria, que se confabulan para mantenernos oprimidos y explotados.
La respuesta debemos buscarla en los ejemplos exitosos de los pueblos que de una u otra forma se unieron para despojarse de sus opresores. Sin ir más lejos, empezando por nuestra historia, la Guerra de los Diez años se perdió por la división entre los jefes militares, mientras cuando se logró la unidad en 1895 bajo el Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí y otros patriotas, fue posible la victoria. En Polonia durante la décadas de los ’80 el movimiento Solidaridad unió a los polacos y liberó al país del yugo comunista. En Nicaragua en las elecciones de 1990 se unieron las fuerzas democráticas bajo la Unión Nacional Opositora (UNO) y le ganaron las elecciones a las izquierdas pro-castristas.
Partamos de la base, de que al margen de la apreciación que cada cual tenga de lo beneficioso o perjudicial que pudiera ser la llamada “normalización”, tenemos una atroz tiranía que se precisa erradicar en aras de la libertad del pueblo cubano.
Para lograrlo, tenemos que crecernos y fortalecernos en la unidad de todas las fuerzas opositoras de dentro y de fuera de Cuba. Unidad en la diversidad de criterios, con mutuo respeto y bajo los principios generales que nos son comunes e inalienables a todos los cubanos: la soberanía nacional, la libertad, la democracia, pluralismo político, elecciones libres y transparentes, el respeto pleno a los derechos humanos, bienestar y progreso bajo un nuevo estado de derecho democrático incluyente de todos los cubanos, que nos permita a todos vivir en paz y libres en nuestra patria.
La unidad en la diversidad no pasa por el debate, ni la discusión terca e intransigente, sino por el dialogo franco y comprometido entre los opositores --- los de dentro y los de afuera --- buscando limar las asperezas y llegar a consensos con el propósito de crear un organismo de lucha con todos y de todos, que coordine y conduzca la lucha para eliminar de raíz la tiranía totalitaria y edificar un nuevo país libre para todos los cubanos.
La unidad no quiere decir que todos pensemos iguales, sino que dentro de nuestra variedad de pensamientos y criterios en el marco democrático, consensemos nuestra posturas y posiciones para obrar como un solo bloque a tenor con lo consensado.
Para lograrlo, cada quien ha de poner de su parte y despojarse de algunos lastres y prejuicios que la obstaculizan.
La unidad en la diversidad se funda en la solidaridad frente al enemigo común: la tiranía. La solidaridad empieza por el apoyo mutuo de los oprimidos todos en la lucha contra los opresores.
La unidad en la pluralidad demanda el deshacerse del egoísmo que socava la cohesión. Implica declinar la ambición que erosiona con sus pequeñeces personales, el gran propósito común de alcanzar la libertad para todo el pueblo.
El camino hacia la unidad pasa por el desprendimiento de nuestros fragmentantes egos, para dar paso al poder del nosotros, actuando como un solo pueblo. La ruta hacia la unidad en la lucha libertaria requiere abrir las puertas de los feudos y siglas para formar un solo haz de hombres y mujeres de la patria amada y sufrida. Tal como lo simboliza el haz de leña tras el escudo nacional coronado por el gorro frigio de los luchadores por la libertad.
Solo cuando podamos confrontar una verdadera fuerza pujante que contrarreste a las huestes opresoras del país y los ambiciosos foráneos que nos explotan y saquean, podremos garantizar el triunfo rotundo y permanente del pueblo cubano para su libertad.
Quizás, la fórmula la expresó hace años un gran tribuno de la república, el Dr. José Manuel Cortina García, quien al momento de la apertura de la Asamblea Constituyente que dio lugar una de las piezas magistrales del derecho nacional, La Constitución de 1940, dijo estas palabras, que hoy día recobran vigencia ante la magnitud de la infamia con que se nos maltrata, oprime y humilla: “Aquí debemos apagar las pasiones egoístas y estar hermanados en este sagrado propósito. Para ello es imperiosa la solidaridad nacional: ¡Los partidos fuera! ¡La patria, dentro!”.
De nuevo, ante la situación por la que el país atraviesa se hace vigente más que nunca el llamado del Apóstol José Martí: “Juntarse es la palabra de orden”.
Cubanos todos: El camino hacia la libertad pasa por la unidad, por lo que trabajemos con ahínco y prontitud por lograrla, porque divididos seremos pisoteados, unidos seremos invencibles. Divididos seguiremos siendo esclavos, unidos seremos libres.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario