lunes, 26 de julio de 2010

CASTRODAMUS EL APOCALIPTICO

Por: Lcdo. Sergio Ramos

Recién apacerió en la televisión cubana el anciano dictador Fidel Castro, en el programa Mesa Redonda. Vestido de civil, con los ojos desorbitados, digno de un orate de Mazorra, proyectaba la imagen un fantasmagórico personaje de ultratumba creado por alguna película de terror de Hollywood.

Comenzó a hablar a retazos que denotaban los múltiples cortes y recortes del video hechos por algún esmerado editor de la nomenclatura cubana. Su discurso conjugaba con su aspecto macabro.

Habló de la próxima hecatombe nuclear que afrontará pronto el mundo, naturalmente,
“a causa de los americanos” --- su eterno chivo expiatorio --- y en la cual Korea del Norte e Irán tendrán que hacer uso de sus desvastadores armamentos nucleares para “defenderse contra los imperialistas occidentales”. Predijo la próxima Guerra Mundial Nuclear. El gran Armagedón que arrazará con todo y con todos.

¿Fue una predicción, una amenaza o la divulgacion por conocimeinto o por confabulación de un propósito bélico en gestación?

Habló de la Crisis de los Cohetes de octubre de 1962, donde el mundo estuvo al borde de la hecatombe nuclear. Y Cuba fue el centro de aquella crisis, en gran medida provocada por Fidel Castro, pues fue él quien permitió a los Soviéticos emplazar los misiles con cabezas nucleares en Cuba.

Su carácter mendaz se destapó cuando dijo que ”nosotros no estabamos de acuerdo” con la colocación de los cohetes en Cuba…Olvidó el viejo tirano que él le escribió a Nikita Khruschev recomendándole que lanzara por sorpresa los misiles contra las principales ciudades de los Estados Unidos, o sea, que desatara la Guerra Nuclear sin importar si Cuba y los cubanos fueran barridos del mapa o si millones de seres humanos en el mundo fueran pulverizados en segundos con tan solo apretar un botón. (Carta de Fidel Castro a Nikita Khruschev, Octobre 26, 1962).

Destrucción: Ese es el fin que mueve a Castro. Un movil que esconde tras su retórica demagógica, con la cual se disfraza de “Robin Hood”, de justiciero, de salvador de los oprimidos…mientras en su interior destila un odio infinito hacia los demás seres humanos.

Movido por ese enfermizo odio, quizo la destrucción del mundo en el 1962 y aspira a esa devastación en sus postrimerías en el 2010. ¿Le habrá sugerido a Mahmud Ahmadineyad y a Kim Jung-il iniciar un ataque nuclear por sopresa contra occidente?

Su pensamiento y su obra han sido consistentes con la tetralogía apocalíptica de hambre, guerra, muerte y peste.

Cuando repasamos su obra, esta matizada por la destucción. Al pasar por La Habana, aquella que en tiempos pasados era vanagloria de bellezas arquitectónicas y de progreso intenso y bullicioso, nos topamos con una cuidad ruinosa, detenida en el tiempo, que a veces nos proyecta imágines similares a las ruinas producidas por los bombardeos a ciudadades europeas durante la Segunda Guerra Mundial. Viajar por los campos cubanos, aquellos verdes y fértiles de gran productividad, que nos convitió en la reina del azucar y del tabaco, nos impactan con su aridez y abandono, invadidos por el marabú, improductivos al punto que ya no producen para alimentar al pueblo, otrora saciado por esos mismos suelos.

Muerte, esa es la manifestación de su odio al pueblo, que hipocritamente dice defender. Desde antes de alcanzar el poder, Castro inauguró el terrorismo ordenando la colocación indiscriminada de bombas en cines y lugares públicos, causando la muerte a muchos cubanos inocentes, inclusive niños. Cuando llegó al poder instituyó los paredones de fusilamiento, asesinando a muchos hombre y mujeres. Los masacró también fuera del paredón, tal como ocurrió con los niños del Remolcador “13 de Marzo”. Todavía hoy tiene vigente un Código Penal que contempla mas de una veintena de delitos que conllevan la pena de muerte.

Guerra, esa es la manifestación de su odio a la humanidad, de la que dice ser su reinvindicador. Así al pueblo cubano, lo envolvió en guerras inútiles y sangrientas contra otros pueblos lejanos y ajenos. Miles, cubanos y no cubanos, murieron en Angola, Somalia, Etiopia, etc. Esparció la zozobra y el terrorismo por toda la América Latina, dejando una estela de muerte a lo largo y ancho del continente: Los Montoneros en Argentina, los Tupac Amaru en Uruguay, las guerrillas de las FARC y el ELN en Colombia, Sendero Luminoso en Peru, las guerrillas del Che Guevara en Bolivia, los Sandinistas en Nicaragua, el Frente Farabundo Martí en El Salvador, las guerillas en Guatemala, por citar algunas. Sembró y siembra regímenes dictatoriales de terror y muerte en latinoamérica como el del dictador Hugo Chavez, o el de Evo Morales, por mencionar algunos.

Peste, esa la manifestación de su crueldad, mientras que hipocritamente se vende como generoso. Así fomentó, colaboró, estimuló, financió y protegió los carteles de la droga para inundar a los Estados Unidos
y otros países de América y el mundo de la peste del tráfico de drogas...y sigue haciéndolo. Apoyó al narco-dictador Manuel Noriega en Panama. Tuvo tratos con los carteles de la droga en Colombia y México. Colaboró con las narco-guerrillas de las FARC en Colombia. Fomenta ahora el tráfico de drogas usando a su colega Hugo Chavez desde Venezuela.

Hambre, es la manifestacion de su insencibilidad, así ha mantenido desde hace cinco décadas a un pueblo sometido a una mísera libreta de recionamiento cuyos artículos apenas dan para la alimentación adecuada del pueblo cubano. Restringe y prohibe al pueblo para que pueda obtener su sustento, haciendo delito la posesión de carnes, mientras hay un pueblación agobiada por la necesidad y la carencia alimentaria. Le impide al pueblo que pueda emprender empresas que ayuden a resolver la escasés alimentaria, mientras él y sus acólicos de la destrucción disfrutan de cuanto lujo y manjares pueda haber.

Y ahora, en el crepúsculo de sus días, el desmedido odio que le embarga se encrispa y mutando en una especie de Nostradamus demencial, lanzando su apocalíptica predicción del deseado holocausto nuclear contra occidente. Parece ser que con su venidera muerte, que ya por ley natural inexorablemente se le aproxima, desea ver morir a todo el mundo.

Bien decía Martí: “Los hombre van en dos bandos: Los que aman y fundan y los que odian y deshacen”.

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