domingo, 23 de mayo de 2010

DESPRECIAR A LOS QUE REPUDIAN
Con suma indignación y tristeza hemos visto como las turbas fanatizadas del castrismo son echadas como jaurías sobre indefensas mujeres que solo piden respeto a los derechos humanos para el pueblo y la libertad de sus familiares presos políticos y de conciencia.

No es nada nuevo. Desde los mismos comienzos de la Revolución, la dictadura ha venido utilizando este método, copiado del nazismo y del fascismo, para aterrorizar a la población y amedrentar a los que se les oponen o simplemente piensan distinto a ellos.

Los esbirros del Ministerio del Interior, apoyados por adeptos castristas fanatizados, suelen presionar a los cuidadanos pacíficos para que formen parte de los actos de repudio. Ellos buscan proyectar la imágen de que es el pueblo “indignado” y comprometer por complicidad involuntaria a cuidadanos pacíficos con estas acciones canallescas. El miedo a la pérdida de empleos o de estudios o a otras futuras represalias suelen doblegar a muchos cuidadanos, ya de por sí temerosos de la crueldad de la tiranía, quienes van a tales actos abusivos envueltos en un conflicto de conciencia consigo mismo.

La experiencia nos enseña que el coraje y la perseverancia bien encausados producen a la larga los resultados deseados. Luego de varias caminatas bajo la agresión de las turbas, el régimen tuvo que ceder permitiendo que las Damas de Blanco puedan hacer sus caminatas de protesta sin ser molestadas. Así pasó en Polonia con el movimiento Solidaridad.

Los cuidadanos todos, debemos acoplar nuestras conciencias con nuestros actos, y negarse a participar en cualquier acto de repudio, por ser estos intrínsicamente perversos, cobardes y violatorios de los derechos humanos y además, porque atentan contra el clima de paz y tolerancia que debe existir entre todos los cubanos, para bien del país y de la sociedad.

El pueblo debe tomar como base de sus actos, el respeto al criterio ajeno y el desprecio a quienes ejecutan acciones encaminadas a oprimir a los conciudadanos por el simple hecho de pensar distinto.

Los ciudadanos debemos boicotear a los promotores y ejecutadores voluntarios de los actos de repudio en la cuadra, en los centros de estudio y de trabajo, como gesto de protesta por sus detestables acciones inhumanas. No recibirlos en nuestras casas y negarles el saludo, entre otros gestos de desaprobación. Sus nombres e imágenes deben circurlarse por cualquier medio disponible entre la población con información clara de abuso cometido y del lugar de residencia, trabajo o estudio y reportarlos a las organizaciones internacionales de derechos humanos con información detallada de sus acciones anti-humanas.

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