domingo, 23 de mayo de 2010
LA PEOR ZAFRA…EL SISTEMA NO FUNCIONA.
Por: Lcdo. Sergio Ramos
El Ministerio del Azúcar acaba de anunciar que Cuba ha tenido la peor zafra en 103 años. A nadie tomó la noticia por sorpresa. Una simple mirada a los campos de Cuba y podemos observar que el marabú sustituyó a la caña. Que muchos centrales azucareros fueron desmantelados para venderse al exterior o solo quedan sus enmohecidas ruinas y los que todavía estan activos, en su mayoría están destartalados. Los suelos cañeros estan agotados por el uso y mal uso de yerbicidas, pesticidas y otros químicos o por falta del necesario período de barbecho. Como resultado, el rendimiento de la caña es pobre. Cuba ha tenido una mísera zafra de 1.1 millones de toneladas en un país que solía producir entre 5 a 7 millones de toneladas.
He aquí, otra estampa mas de la ineficiencia intrínseca del sistema de economía centralizada. Un sistema que los propios inventores del mismo ( la otrora URSS) lo desecharon por la borda por inservible tras 70 años de experimentos fallidos. Otros países como China y Viet Nam, también han tenido que aflojar la centralización y estatización de las empresas para poder lograr un crecimiento en las economías de esos países.
Sin embargo, en Cuba se pretende, terca y caprichosamente, continuar amamantando ese absurdo modelo económico, que implica un decrecimiento perenne desde hace 50 años, lo que acarrea un constante empobrecimiento de la población. Tampoco fabricando chivos expiatorios y echando culpas a terceros foráneos se resuelve el problema.
El viejo adagio castellano de que “El ojo del amo engorda el caballo” resulta un postulado axiomático para la economía que se aprecia de eficiente y productiva. Uno cuida y mejora lo que es suyo, y de lo cual recibe para sí y su familia el fruto de su iniciativa productiva y de su trabajo. Cuando los bienes de producción son propiedad de ese ente impersonal llamado Estado, adviene a ser en la práctica de nadie, por lo que las personas no toman el apego necesario para adquirir la conciencia de cuido y dedicación necesaria para que sea productivamente eficiente, máxime como pasa en Cuba, donde el trabajador esta tan mal pagado y las perspectivas de progreso estan ausentes y existen solo en las fantasías esgrimidas por la mendaz propaganda del encaprichado régimen.
La agricultura, y por ende la industria azucarera, podrá ser nuevamente pujante el día en que los agricultores sean plenamente dueños de sus tierras y perciban de ellas el total del fruto del trabajo e industriosidad. Los centrales azucareros serán productivamente eficientes cuando éstos sean de aquellos accionistas propietarios que realmente tengan el interés de darles el cuido y la administración eficiente como resultado de la motivación que genera el que los beneficios advengan plenamente y sean justamente distribuídos entre sus accionistas propietarios.
En adición, el país requiere una política laboral radicalmetne distinta. Una en que el trabajador perciba un salario adecuado y justo, que ciertamente le de para mantener decorosamente a su familia y adquirir libremente todos aquellos bienes necesarios para el bienestar de sí y de su familia. Esto en adición a una política laboral libre de explotaciones y exigencias de labores gratuítas, so color de voluntariedad. Se urge de una ley laboral que garantice un ambiente digno para los trabajadores y garantice todos los derechos laborales conculcados por la dictadura.
Con un clima laboral sano y unos obreros bien pagados, tendremos obreros mas productivos y eficientes, redundando a la suma en mayor progreso para los cubanos.
Desechar el centralismo económico y abrir el país al libre empresario nacional y el libre mercado de los productos, es la respuesta para el progreso y bienestar del pueblo cubano.
Un reto que la oligarquía gobernante, ofuscada por sus hiper-privilegios derivados del poder omnímodo que ostentan, no está dispuesta a afrontar con seriedad, por lo que el cambio político es imprescindible para lograr el cambio económico.
Por: Lcdo. Sergio Ramos
El Ministerio del Azúcar acaba de anunciar que Cuba ha tenido la peor zafra en 103 años. A nadie tomó la noticia por sorpresa. Una simple mirada a los campos de Cuba y podemos observar que el marabú sustituyó a la caña. Que muchos centrales azucareros fueron desmantelados para venderse al exterior o solo quedan sus enmohecidas ruinas y los que todavía estan activos, en su mayoría están destartalados. Los suelos cañeros estan agotados por el uso y mal uso de yerbicidas, pesticidas y otros químicos o por falta del necesario período de barbecho. Como resultado, el rendimiento de la caña es pobre. Cuba ha tenido una mísera zafra de 1.1 millones de toneladas en un país que solía producir entre 5 a 7 millones de toneladas.
He aquí, otra estampa mas de la ineficiencia intrínseca del sistema de economía centralizada. Un sistema que los propios inventores del mismo ( la otrora URSS) lo desecharon por la borda por inservible tras 70 años de experimentos fallidos. Otros países como China y Viet Nam, también han tenido que aflojar la centralización y estatización de las empresas para poder lograr un crecimiento en las economías de esos países.
Sin embargo, en Cuba se pretende, terca y caprichosamente, continuar amamantando ese absurdo modelo económico, que implica un decrecimiento perenne desde hace 50 años, lo que acarrea un constante empobrecimiento de la población. Tampoco fabricando chivos expiatorios y echando culpas a terceros foráneos se resuelve el problema.
El viejo adagio castellano de que “El ojo del amo engorda el caballo” resulta un postulado axiomático para la economía que se aprecia de eficiente y productiva. Uno cuida y mejora lo que es suyo, y de lo cual recibe para sí y su familia el fruto de su iniciativa productiva y de su trabajo. Cuando los bienes de producción son propiedad de ese ente impersonal llamado Estado, adviene a ser en la práctica de nadie, por lo que las personas no toman el apego necesario para adquirir la conciencia de cuido y dedicación necesaria para que sea productivamente eficiente, máxime como pasa en Cuba, donde el trabajador esta tan mal pagado y las perspectivas de progreso estan ausentes y existen solo en las fantasías esgrimidas por la mendaz propaganda del encaprichado régimen.
La agricultura, y por ende la industria azucarera, podrá ser nuevamente pujante el día en que los agricultores sean plenamente dueños de sus tierras y perciban de ellas el total del fruto del trabajo e industriosidad. Los centrales azucareros serán productivamente eficientes cuando éstos sean de aquellos accionistas propietarios que realmente tengan el interés de darles el cuido y la administración eficiente como resultado de la motivación que genera el que los beneficios advengan plenamente y sean justamente distribuídos entre sus accionistas propietarios.
En adición, el país requiere una política laboral radicalmetne distinta. Una en que el trabajador perciba un salario adecuado y justo, que ciertamente le de para mantener decorosamente a su familia y adquirir libremente todos aquellos bienes necesarios para el bienestar de sí y de su familia. Esto en adición a una política laboral libre de explotaciones y exigencias de labores gratuítas, so color de voluntariedad. Se urge de una ley laboral que garantice un ambiente digno para los trabajadores y garantice todos los derechos laborales conculcados por la dictadura.
Con un clima laboral sano y unos obreros bien pagados, tendremos obreros mas productivos y eficientes, redundando a la suma en mayor progreso para los cubanos.
Desechar el centralismo económico y abrir el país al libre empresario nacional y el libre mercado de los productos, es la respuesta para el progreso y bienestar del pueblo cubano.
Un reto que la oligarquía gobernante, ofuscada por sus hiper-privilegios derivados del poder omnímodo que ostentan, no está dispuesta a afrontar con seriedad, por lo que el cambio político es imprescindible para lograr el cambio económico.
¿Libertad para qué?
Por: CARLOS ALBERTO MONTANEREn 1980, poco después de salir de Cuba en condiciones dramáticas, el estupendo escritor Reinaldo Arenas recogió en un libro una colección de sus artículos y ensayos políticos más combativos y lo tituló Necesidad de libertad.
Era un grito. Reinaldo sentía la necesidad de ser libre. Los seres humanos necesitan ser libres. Se ahogaba en Cuba. Vivía entristecido, atemorizado o indignado. Ninguna de esas tres emociones es agradable y a veces se le trenzaban en el pecho hasta la desesperación.
Cuando llegó al exilio, Reinaldo sintió un profundo alivio y dijo algo tremendo y doloroso: por primera vez había estrenado su verdadero rostro. Se había ``desenmascarado'' y sentía la cálida sensación de poder ser él mismo sin que ello le trajera castigos y marginaciones.
En las sociedades totalitarias la pena de no ser libre y de andar disfrazado se somatiza de diversas maneras: desde el nudo en la garganta hasta un malestar difuso que se expresa con distintos comportamientos neuróticos.
¿Qué es la libertad? Es la facultad que tenemos para tomar decisiones basadas en nuestras creencias, convicciones e intereses individuales sin coacciones exteriores.
Libertad es elegir al dios que mejor se adapta a nuestras percepciones religiosas, o a ningún dios si no sentimos la necesidad espiritual de trascender.
Libertad es ofrecerles sin temor el afecto y la lealtad a las personas que amamos, o a las agrupaciones con las que sentimos afinidad. Libertad es escoger sin interferencias lo que queremos estudiar, dónde y cómo deseamos vivir, las ideas que mejor se adaptan a nuestra visión de los problemas sociales o las que mejor parecen explicarlos.
Libertad es seleccionar las manifestaciones artísticas que más nos complacen y, por la otra punta, rechazar sin consecuencias las que repelemos.
Libertad es poder emprender o poder renunciar a una actividad económica sin darle cuentas a nadie más allá de las formalidades que establezca la ley.
Libertad es gastar nuestro dinero como nos parezca, adquirir los bienes que nos satisfacen y disponer de nuestras propiedades legítimas. Sin libertad, la creación de riqueza se debilita hasta la miseria.
José Martí, el periodista ilustre que gestó la independencia de Cuba, aportó otra definición lateral: ``Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía''.
Las tiranías nos arrebatan el derecho a ser honrados cuando nos obligan a aplaudir lo que detestamos o a rechazar lo que secretamente admiramos.
Cuando los cubanos desfilan gritando consignas que no sienten, no son honrados. Cuando aplauden al líder que aborrecen o ríen las sandeces que suele decir, no son honrados. Esa simulación nos crea una incómoda disonancia psicológica. Cuando sacrificamos nuestra honradez, cuando renunciamos a nuestra coherencia interna para evitar un daño o para conseguir un privilegio, nos sentimos ``sucios'' e internamente avergonzados. Ser hipócrita es una conducta que hiere al que la práctica y repugna al que la sufre.
Pero hay mucho más: en algún punto de la evolución, cuando los seres humanos abandonaron el reino de los instintos y comenzaron a guiarse por la razón, descubrieron el agónico proceso de tomar decisiones barajando constantemente los valores morales prevalecientes, los intereses materiales y los impulsos psicológicos.
Para tomar esas decisiones era menester informarse. La violencia totalitaria trata de impedir que las personas puedan informarse. ¿Para qué necesitan informarse si todas las decisiones las toma el Estado y todas las verdades ya han sido descubiertas? En Cuba hay numerosas brigadas de la policía dedicadas a arrancar antenas parabólicas, descubrir teléfonos satelitales, confiscar libros prohibidos y negarle el acceso a Internet a cualquier persona mínimamente independiente. No se me ocurre una actividad más miserable.
Cuando el socialista español Fernando de los Ríos le preguntó a Lenin cuándo iba a instaurar un régimen de libertades en la naciente URSS, el bolchevique le respondió con una pregunta cargada de cinismo: ``¿Libertad para qué?''.
La respuesta es múltiple: libertad para investigar, para generar riquezas, para buscar la felicidad, para reafirmar el ego individual en medio de la marea humana, tareas todas que dependen de nuestra capacidad de tomar decisiones.
La historia de Occidente es la de sociedades que han ido ampliando progresivamente el ámbito de las personas libres.
Poco a poco les arrancaron a los monarcas y a las oligarquías religiosas y económicas las facultades exclusivas que tenían de decidir en nombre del conjunto. Los pobres y los extranjeros alcanzaron sus derechos. Lo mismo sucedió con las razas consideradas inferiores, con las mujeres, con las personas marginadas por sus preferencias sexuales. La esclavitud, finalmente, fue erradicada.
Es posible contar el largo recorrido histórico de los seres humanos como la aventura constante de nuestra especie en procura de ampliar progresivamente el número de las personas dotadas del derecho a tomar sus propias decisiones.
A veces el ejercicio de esa facultad toma dimensiones heroicas. Hace unas semanas el preso político cubano Orlando Zapata Tamayo decidió morirse de hambre y sed para protestar contra las injusticias y los atropellos de la dictadura. Sólo le quedaba la vida para defender su dignidad de ser humano y la entregó. A él, a su memoria dolorosa, muy conmovido, le dedico estas palabras.
(Palabras del autor en la recepción del Premio Juan de Mariana a una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad. Madrid, 30 de abril dei 2010)
www.firmaspress.com
(C) Firmas Press
Por: CARLOS ALBERTO MONTANEREn 1980, poco después de salir de Cuba en condiciones dramáticas, el estupendo escritor Reinaldo Arenas recogió en un libro una colección de sus artículos y ensayos políticos más combativos y lo tituló Necesidad de libertad.
Era un grito. Reinaldo sentía la necesidad de ser libre. Los seres humanos necesitan ser libres. Se ahogaba en Cuba. Vivía entristecido, atemorizado o indignado. Ninguna de esas tres emociones es agradable y a veces se le trenzaban en el pecho hasta la desesperación.
Cuando llegó al exilio, Reinaldo sintió un profundo alivio y dijo algo tremendo y doloroso: por primera vez había estrenado su verdadero rostro. Se había ``desenmascarado'' y sentía la cálida sensación de poder ser él mismo sin que ello le trajera castigos y marginaciones.
En las sociedades totalitarias la pena de no ser libre y de andar disfrazado se somatiza de diversas maneras: desde el nudo en la garganta hasta un malestar difuso que se expresa con distintos comportamientos neuróticos.
¿Qué es la libertad? Es la facultad que tenemos para tomar decisiones basadas en nuestras creencias, convicciones e intereses individuales sin coacciones exteriores.
Libertad es elegir al dios que mejor se adapta a nuestras percepciones religiosas, o a ningún dios si no sentimos la necesidad espiritual de trascender.
Libertad es ofrecerles sin temor el afecto y la lealtad a las personas que amamos, o a las agrupaciones con las que sentimos afinidad. Libertad es escoger sin interferencias lo que queremos estudiar, dónde y cómo deseamos vivir, las ideas que mejor se adaptan a nuestra visión de los problemas sociales o las que mejor parecen explicarlos.
Libertad es seleccionar las manifestaciones artísticas que más nos complacen y, por la otra punta, rechazar sin consecuencias las que repelemos.
Libertad es poder emprender o poder renunciar a una actividad económica sin darle cuentas a nadie más allá de las formalidades que establezca la ley.
Libertad es gastar nuestro dinero como nos parezca, adquirir los bienes que nos satisfacen y disponer de nuestras propiedades legítimas. Sin libertad, la creación de riqueza se debilita hasta la miseria.
José Martí, el periodista ilustre que gestó la independencia de Cuba, aportó otra definición lateral: ``Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía''.
Las tiranías nos arrebatan el derecho a ser honrados cuando nos obligan a aplaudir lo que detestamos o a rechazar lo que secretamente admiramos.
Cuando los cubanos desfilan gritando consignas que no sienten, no son honrados. Cuando aplauden al líder que aborrecen o ríen las sandeces que suele decir, no son honrados. Esa simulación nos crea una incómoda disonancia psicológica. Cuando sacrificamos nuestra honradez, cuando renunciamos a nuestra coherencia interna para evitar un daño o para conseguir un privilegio, nos sentimos ``sucios'' e internamente avergonzados. Ser hipócrita es una conducta que hiere al que la práctica y repugna al que la sufre.
Pero hay mucho más: en algún punto de la evolución, cuando los seres humanos abandonaron el reino de los instintos y comenzaron a guiarse por la razón, descubrieron el agónico proceso de tomar decisiones barajando constantemente los valores morales prevalecientes, los intereses materiales y los impulsos psicológicos.
Para tomar esas decisiones era menester informarse. La violencia totalitaria trata de impedir que las personas puedan informarse. ¿Para qué necesitan informarse si todas las decisiones las toma el Estado y todas las verdades ya han sido descubiertas? En Cuba hay numerosas brigadas de la policía dedicadas a arrancar antenas parabólicas, descubrir teléfonos satelitales, confiscar libros prohibidos y negarle el acceso a Internet a cualquier persona mínimamente independiente. No se me ocurre una actividad más miserable.
Cuando el socialista español Fernando de los Ríos le preguntó a Lenin cuándo iba a instaurar un régimen de libertades en la naciente URSS, el bolchevique le respondió con una pregunta cargada de cinismo: ``¿Libertad para qué?''.
La respuesta es múltiple: libertad para investigar, para generar riquezas, para buscar la felicidad, para reafirmar el ego individual en medio de la marea humana, tareas todas que dependen de nuestra capacidad de tomar decisiones.
La historia de Occidente es la de sociedades que han ido ampliando progresivamente el ámbito de las personas libres.
Poco a poco les arrancaron a los monarcas y a las oligarquías religiosas y económicas las facultades exclusivas que tenían de decidir en nombre del conjunto. Los pobres y los extranjeros alcanzaron sus derechos. Lo mismo sucedió con las razas consideradas inferiores, con las mujeres, con las personas marginadas por sus preferencias sexuales. La esclavitud, finalmente, fue erradicada.
Es posible contar el largo recorrido histórico de los seres humanos como la aventura constante de nuestra especie en procura de ampliar progresivamente el número de las personas dotadas del derecho a tomar sus propias decisiones.
A veces el ejercicio de esa facultad toma dimensiones heroicas. Hace unas semanas el preso político cubano Orlando Zapata Tamayo decidió morirse de hambre y sed para protestar contra las injusticias y los atropellos de la dictadura. Sólo le quedaba la vida para defender su dignidad de ser humano y la entregó. A él, a su memoria dolorosa, muy conmovido, le dedico estas palabras.
(Palabras del autor en la recepción del Premio Juan de Mariana a una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad. Madrid, 30 de abril dei 2010)
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(C) Firmas Press
DESPRECIAR A LOS QUE REPUDIAN
Con suma indignación y tristeza hemos visto como las turbas fanatizadas del castrismo son echadas como jaurías sobre indefensas mujeres que solo piden respeto a los derechos humanos para el pueblo y la libertad de sus familiares presos políticos y de conciencia.
No es nada nuevo. Desde los mismos comienzos de la Revolución, la dictadura ha venido utilizando este método, copiado del nazismo y del fascismo, para aterrorizar a la población y amedrentar a los que se les oponen o simplemente piensan distinto a ellos.
Los esbirros del Ministerio del Interior, apoyados por adeptos castristas fanatizados, suelen presionar a los cuidadanos pacíficos para que formen parte de los actos de repudio. Ellos buscan proyectar la imágen de que es el pueblo “indignado” y comprometer por complicidad involuntaria a cuidadanos pacíficos con estas acciones canallescas. El miedo a la pérdida de empleos o de estudios o a otras futuras represalias suelen doblegar a muchos cuidadanos, ya de por sí temerosos de la crueldad de la tiranía, quienes van a tales actos abusivos envueltos en un conflicto de conciencia consigo mismo.
La experiencia nos enseña que el coraje y la perseverancia bien encausados producen a la larga los resultados deseados. Luego de varias caminatas bajo la agresión de las turbas, el régimen tuvo que ceder permitiendo que las Damas de Blanco puedan hacer sus caminatas de protesta sin ser molestadas. Así pasó en Polonia con el movimiento Solidaridad.
Los cuidadanos todos, debemos acoplar nuestras conciencias con nuestros actos, y negarse a participar en cualquier acto de repudio, por ser estos intrínsicamente perversos, cobardes y violatorios de los derechos humanos y además, porque atentan contra el clima de paz y tolerancia que debe existir entre todos los cubanos, para bien del país y de la sociedad.
El pueblo debe tomar como base de sus actos, el respeto al criterio ajeno y el desprecio a quienes ejecutan acciones encaminadas a oprimir a los conciudadanos por el simple hecho de pensar distinto.
Los ciudadanos debemos boicotear a los promotores y ejecutadores voluntarios de los actos de repudio en la cuadra, en los centros de estudio y de trabajo, como gesto de protesta por sus detestables acciones inhumanas. No recibirlos en nuestras casas y negarles el saludo, entre otros gestos de desaprobación. Sus nombres e imágenes deben circurlarse por cualquier medio disponible entre la población con información clara de abuso cometido y del lugar de residencia, trabajo o estudio y reportarlos a las organizaciones internacionales de derechos humanos con información detallada de sus acciones anti-humanas.
Con suma indignación y tristeza hemos visto como las turbas fanatizadas del castrismo son echadas como jaurías sobre indefensas mujeres que solo piden respeto a los derechos humanos para el pueblo y la libertad de sus familiares presos políticos y de conciencia.
No es nada nuevo. Desde los mismos comienzos de la Revolución, la dictadura ha venido utilizando este método, copiado del nazismo y del fascismo, para aterrorizar a la población y amedrentar a los que se les oponen o simplemente piensan distinto a ellos.
Los esbirros del Ministerio del Interior, apoyados por adeptos castristas fanatizados, suelen presionar a los cuidadanos pacíficos para que formen parte de los actos de repudio. Ellos buscan proyectar la imágen de que es el pueblo “indignado” y comprometer por complicidad involuntaria a cuidadanos pacíficos con estas acciones canallescas. El miedo a la pérdida de empleos o de estudios o a otras futuras represalias suelen doblegar a muchos cuidadanos, ya de por sí temerosos de la crueldad de la tiranía, quienes van a tales actos abusivos envueltos en un conflicto de conciencia consigo mismo.
La experiencia nos enseña que el coraje y la perseverancia bien encausados producen a la larga los resultados deseados. Luego de varias caminatas bajo la agresión de las turbas, el régimen tuvo que ceder permitiendo que las Damas de Blanco puedan hacer sus caminatas de protesta sin ser molestadas. Así pasó en Polonia con el movimiento Solidaridad.
Los cuidadanos todos, debemos acoplar nuestras conciencias con nuestros actos, y negarse a participar en cualquier acto de repudio, por ser estos intrínsicamente perversos, cobardes y violatorios de los derechos humanos y además, porque atentan contra el clima de paz y tolerancia que debe existir entre todos los cubanos, para bien del país y de la sociedad.
El pueblo debe tomar como base de sus actos, el respeto al criterio ajeno y el desprecio a quienes ejecutan acciones encaminadas a oprimir a los conciudadanos por el simple hecho de pensar distinto.
Los ciudadanos debemos boicotear a los promotores y ejecutadores voluntarios de los actos de repudio en la cuadra, en los centros de estudio y de trabajo, como gesto de protesta por sus detestables acciones inhumanas. No recibirlos en nuestras casas y negarles el saludo, entre otros gestos de desaprobación. Sus nombres e imágenes deben circurlarse por cualquier medio disponible entre la población con información clara de abuso cometido y del lugar de residencia, trabajo o estudio y reportarlos a las organizaciones internacionales de derechos humanos con información detallada de sus acciones anti-humanas.
sábado, 1 de mayo de 2010
* Un gobierno que otorgue las garantías y el respeto pleno a los derechos humanos.
La libertad se empieza alcanzar por el respeto pleno a los derecho humanos, según se contempla en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Para eso se require instaurar una conciencia popular, arraigada con firmeza, de tolerancia y respeto para con el prójimo.
Debemos forjar la cultura del respeto mutuo como medio para establecer el ambiente de paz que el país tanto necesita, sin la cual las libertades quedan en precario. Ni el fanatismo intolerante y hostil que emana del discurso promotor del odio, que solo resulta en la violencia y opresión contra los que piensan y son distintos; ni el exclusivismo de poder y de partidismo, que solo accarrean despotismo y privilegios; ni tampoco el amordazamiento y monopolio de la palabra que solo nos trae desinformación e ignorancia, pueden tener cabida en una sociedad civil libre.
Tolerancia para es la base del respeto y no es unilateral, sino mutuo, de unos a otros.
Parte de la base del mutuo respeto a las distintas y hasta opuestas ideas y creencias, gustos y preferencias, de los otros. Del respeto a ser, creer, pensar y expresar. Del respeto a trasladarse y reunirse. Del respeto sagrado al derecho ajeno. El derecho a vivir, que es vivir libre y en paz.
Este es el parámetro básico para la convivencia pacífica en el marco del respeto pleno a los derechos humanos. Este marco, llevado al derecho sustantivo, debe estar firmemente garantizado por cualquier constitución que el pueblo libremente decida promulgarse democráticamente en un futuro, como base para la forjación de un nuevo orden para Cuba donde verdaderamente “ La Ley primera de la República sea la dignidad plena del hombre” como señalara José Martí
MUJERES HEROICAS
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Si hoy día tuvieramos que usar un punto de referencia para la palabra coraje tendríamos que tomar a las Damas de Blanco.
Hemos visto con profunda admiración como un grupo de mujeres se enfrentan decididas a la poderosa maquinaria represiva de la mas cruel y longeva tiranía del continente americano.
Solas, en una consistente campaña de desobediencia civil, se lanzaron a las calles habaneras portando ramos de flores, soportaron durante días el acoso de las turbas y policías que a empujones , improperios y golpes pretendían acallar el reclamo de justicia y libertad para sus familiares presos políticos y para su pueblo. Su valentía despertó la conciencia de muchos en el mundo, y quitó la mascara de “bondadosa” conque la dictadura-revolución suele venderse.
Los hechos fueron producidos en el momento oportuno, cuando ya la opinión pública veía espantada el horror del asesinato del preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo y se conmovía ante el llamado de atención del periodista independiente Guillermo Fariñas y otros cuatro presos políticos, todos en huelga de hambre.
Durante siete días seguidos salieron a las calles, sin importar las concecuencias. Al final la dictadura se repliega y pone a sus esbirros a hacer un cordón alrededor de ellas para hipócritamente, tratar de acallar los reclamos acusatorios contra el régimen de millones de personas en cinco continentes.
Sacudieron también a nuestros compatriotas en el exterior, y provocaron una gigantesca marcha del exilio cubano en Miami en solidaridad para con ellas y de condena a la tiranía, al tiempo que las Damas de Blanco en Cuba hacían otra caminata en el Malecón habanero lanzando palomas blancas . Palomas de paz y hermandad, en medio de gritos , insultos y agresiones de las turbas castristas de corte nazistiode.
De pronto estamos en el punto de viraje ( turning point) de la tragedia cubana. El momento histórico donde las circunstancias se voltean para empezar el declive de aquellos que hasta este momento estuvieron en el lado vencedor. Un ‘momentum’ que ha marcado muchos acontecimientos que cambian el giro de la historia hacia el lado opuesto. Cuba esta en ese ‘momentum’.
Al principio el ‘momentum” de cambio no se percibe, resulta imperceptible, pero en el curso del tiempo se va destacando. La Historia nos lo muestra cuando Napoleón invade Rusia en 1812 o cuando Alemania se enfrazca tercamente en la Batalla de Stalingrado en 1942 o cuando los obreros inician huelgas en Polonia en 1987.
Ha empezado a rodar una pequeña bola de nieve en Cuba. Hace mas de dos décadas otra pequeña bola de nieve empezó a rodar en Europa. Once obreros de un astillero en Gandz, Polonia, se declaraban en huelga contra los abusos y la explotación de los trabajadores polacos por parte de la dictadura militarista y pro-soviética de su país. La bola se convietió en alud. El movimiento Solidariad ( ‘Solidarnoz’ ) empezó a crecer y pocos años mas tarde se desplomaba el totalitarimo comunista en Polonia.
Esas valientes mujeres cubanas recuerdan figuras de nuestra historia durante la Guerra de Independencia como Mariana Grajales. Recuerdan , también, otras mujeres de otras latitudes y tiempos históticos : En la Revolución Americana como Deborah Sampson (1760-1827) , o Agustina Saragossa Domenech ( 1786- 1857) durante las Guerras Peninsurales de España contra Napoleon I o las llamadas Mujeres de Toledo ( Maria Toledo , Higinia Toledo y Cleofe Ramos ) en Concepción, Perú, cortando el Puente que daría acceso a las tropas españolas del Coronel Valdez en 1821 salvando la Victoria de las tropas del general José de San Martín en ese país.
Para Cuba ha llegado el momento de cambio. Estamos en el ‘momentum’ ( turning point). La bola de nieve advendrá en alud, y será la avancha de pueblo que arrasará la dictadura y instaurará la libertad. Las Damas de Blanco, esas heróicas mujeres cubanas, junto al mártir de la patria Orlando Zapata Tamayo y al valiente Guillermo Fariñas, nos estan señalando a todos los cubanos el camino a seguir. Un camino que todos los cubanos, sin banderías ni colores, al unísono, codo con codo, sin mas distingo que el ser simplemente cubanos, tenemos , por deber moral y conciencia humanitaria, que emprender sin dilación , ni excusa. Es el camino hacia la libertad. Es la nueva ruta de lucha. La ruta es la desobediencia civil de todo el pueblo.
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