DESENTRAÑANDO UN GRAN FRACASO
Por:
Lcdo. Sergio Ramos
De
nuevo adviene al país un nuevo “periodo especial”, o lo que en el buen sentido las
ciencias económicas llamaríamos una depresión.
Para anunciarlo, la alta cúpula de la dictadura montó otro acostumbrado
espectáculo mediático en donde la marioneta en jefe Miguel Díaz Canel, dio a
conocer una larga lista de productos faltantes, alegadamente provocados por una
seria escases de combustible que limita el transporte de las materias primas, los
alimentos y demás productos a las fábricas y al consumidor, siendo, como es de
costumbre, el más afectado: El pueblo cubano.
Y
tras su anuncio, no podía faltar el demagógico justificante, echando la culpa
de todos esos males al gobierno americano o como dirían los guajiros, “la culpa
la tiene el totí”. Nada nuevo, al pueblo se le atiborró, además de las malas
noticias, de mentiras tras mentiras.
La
realidad de esta nueva depresión económica es otra. Esta crisis, como las
anteriores, se debe a un mal intrínseco del modelo socio-político-económico
imperante en Cuba. El sistema económico,
político y social impuesto en Cuba por la dictadura castrista es uno copiado
del antiguo modelo comunista de planificación central y de absoluto control
social por parte de una minoría, al igual del que imperó en la otrora Unión Soviética.
Un modelo caracterizado por la división del pueblo en dos marcadas clases
sociales: La minoritaria de los privilegiados del poder y la mayoritaria del
oprimido y empobrecido pueblo.
La
ausencia de libertad para divulgar las ideas, para crear empresas y
beneficiarse del fruto de trabajo empresarial, para promover el mercadeo de
productos entre la población y al mercado internacional, así como las serias
limitaciones para que el consumidor pueda acceder libremente a los productos,
sumado al salario de miseria que reciben de los trabadores, genera la ausencia
de esa motivación natural que requiere el ser humano para emprender y
desarrollarse en el ámbito de la economía y crea cúmulo de obstáculos e
impedimentos que degeneran en un sistémico bloqueo interno al desarrollo y al
crecimiento económico, tanto individual y empresarial, como nacional.
El
contraproducente efecto del modelo de planificación centralizada y control
estatizado, es la improductividad. La cual causa la pobreza y el subdesarrollo.
Y estas a su vez fomentan en la población la búsqueda de escapes como la
corrupción, las economías subterráneas y la fuga de talentos humanos hacia
otros países.
La
ausencia de libertades económicas --- en conjunción con la falta de libertades
ciudadanas y la inmovilidad social ---- genera la desmotivación en los
trabajadores para producir, así como desincentiva a los individuos para crear
negocios e innovar en materia de agrícola, comercial e industrial, generando el
estancamiento y hasta el decrecimiento económico, haciendo que el sistema
económico nacional se torne totalmente ineficiente e improductivo. La
consecuencia final, es el empobrecimiento del país y más aún, del ciudadano
común, mientras que su economía se mantiene estancada en una perenne recesión.
Como
consecuencia del empobrecimiento nacional generado por la improductividad del
sistema económico, el país se ve obligado a depender de otras poderosas
naciones para el sostenimiento cotidiano de la población. Así, a lo largo de
las seis décadas de comunismo en Cuba, hemos visto que el país ha sido siempre
un subordinado y dependiente político y económico de otras naciones.
Desde
que el tirano Castro, impuso el sistema totalitario comunista y entregó la
soberanía de Cuba a la URSS, hasta el desplome del llamado campo socialista a
finales de la década de los ochenta, Moscú controló nuestra economía y nuestra
política, siendo Cuba un país dependiente política y económicamente, de dicha
potencia mundial. Una vez desapareció la Unión Soviética, el país entró en una
seria crisis económica (primer periodo especial) o sea en su primera gran depresión.
Con
el posterior advenimiento del chavismo en Venezuela, la dictadura cubana pasó
la factura de sus apoyos a cambio del petróleo venezolano; pero con el
transcurso del tiempo, en la medida que la dictadura de Nicolás Maduro se
arrimaba al modelo comunista, la economía venezolana entró en crisis a causa del
mismo mal que achaca intrínsecamente ese modelo económico: improductividad, y
recesión económica permanente. Y
actualmente, a causa del desplome económico en Venezuela, a la dictadura de
maduro se le ha hecho imposible abastecer las necesidades de combustible de
Cuba, por lo cual estalla la actual depresión de la economía cubana.
En
el presente, tras las paredes del Consejo de Estado, la minoritaria casta
gobernante busca desesperadamente un nuevo sustentador en China y en Rusia, a
cambio de entregar una vez más la soberanía del país. Todo con el egoísta
propósito de la casta gobernante de mantenerse ostentando el poder absoluto para
continuar su enriquecimiento, subyugando y explotando al pueblo cubano.
Cuba
es un país con potencial de crecimiento, pero bajo las actuales condiciones es
imposible que alcance su desarrollo económico, porque el sistémico bloqueo
interno de la cúpula en el poder lo impide.
Para
lograr el progreso y el desarrollo económico en Cuba, será necesario un cambio
total y radical de las estructuras políticas, sociales y económicas del país,
hacia un modelo de democrática
pluralidad política, donde estén garantizadas plenamente los derechos humanos y
políticos para todos los ciudadanos, con una sociedad abierta e inclusiva de
todos los cubanos y una economía de libre mercado con amplia accesibilidad,
tanto para el empresario como para el consumidor, y en donde cada trabajador
tenga un salario digno que le garantice el sustento de sí y de su familia y su
bienestar económico y social.
O
como decía José Martí; “Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace
servir de él. El que quiera ser libre, sea libre en negocios” de ahí que
también nos dijera que “Los pueblos de hombres prósperos y laboriosos, son los
únicos verdaderamente libres”
San
Juan, Puerto Rico a 15 de septiembre de 2019
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