domingo, 5 de enero de 2014

SE LES CAYO LA CARETA

SE LES CAYO LA CARETA Por: Lcdo. Sergio Ramos Cuando el dictador Raúl Castro comenzó con la llamada “actualización del modelo socialista” buscaba en realidad proyectar la imagen al mundo y sobre todo a los Estados Unidos, de que el régimen cubano estaba cambiando hacia una mayor apertura, aprovechando la presencia en la Casa Blanca de una administración menos agresiva en política internacional, capaz de ser mas complaciente con el gobierno cubano. La principal motivación estribó en la crisis económica del país, que obligaba a la oligarquía del poder a buscar con urgencia nuevas fuentes de divisas, sabiendo que si lograban una relajación del embargo y atraer mayor comercio e inversiones americanas significaría un gran alivio a dicha crisis. La cúpula esta conciente de que de producirse mayores niveles de escasez y pobreza, podría significar un aumento del descontento en la población, lo que pudiera degenerar en nuevos “maleconazos” inspirados por la Primavera Árabe. Así pues iniciaron un simulacro de cambio que en lo económico, para lo cual permitieron el cuentapropismo bajo fuertes limitaciones y onerosos impuestos, crearon un deficiente mercado inmobiliario para nacionales y extranjeros, y otorgaron la concesión de tierras bajo un restringido usufructo a ciertos campesinos, En lo social, se eliminaron el permiso de viaje y se liberalizaron la salida al exterior de ciudadanos. Plantearon una la mayor apertura en cuanto a la forma en que la monopolizada prensa en manos del estado presenta las noticias y admitieron las transmisiones nacionales a ciertos canales de televisión extranjeros afines al régimen como lo es Tele Sur y se abrieron, de modo muy limitado y costoso, el acceso al Internet a lo ciudadanos. En lo político, se trajo a la cúpula del poder a una incondicional figura joven como vice-presidente, Miguel Díaz Canel; auto limitaron el término para la presidencia del octogenario dictador a 5 años mas; y autorizaron la salida de opositores al exterior, permitiendo su retorno al país. Ahora estudian eliminar la doble moneda y permitir que los atletas cubanos de grandes ligas retornen y residan en la Isla, sin perjuicio de que participen en las series nacionales e internacionales como profesionales, como medio para atraer sus jugosos salarios a suelo cubano. Todas estas medidas, son realmente mínimas e insuficientes para las que en verdad necesita el país, de modo que exista un cambio real capaz de sentar las bases para una verdadera transformación social, política y económica. Pero como todo lo oscuro tras la mentira se descubre ante el resplandor de la verdad. El miedo de la oligarquía a perder su poder absoluto los lleva a ir en contra de sus propios actos y sus simuladas medidas de apertura, despojándolos de su antifaz aperturista. Recién hemos visto como han sido despojados de sus pequeños establecimientos los cuentrapropistas de ropa en la capitalina Calle Zapata o el cierre violento de los mercados de cuentrapropistas de La Cuevita en La Habana, no sin la protesta de sus dueños y sus clientes. Todo porque sus ventas afectaban los establecimientos del estado cubano, incapaces de competir en eficiencia con la incipiente y débil libre empresa. Del mismo modo vemos como se destapa el doblez en las políticas supuestamente permisivas a la oposición de dejar salir al exterior, cuando éstos, una vez retornan y ya dentro de la isla, son fuertemente reprimidos con golpizas, hostigamientos, detenciones arbitrarias y demás violaciones de los derechos humanos por la policía política del régimen. La reciente golpiza propinada al opositor Guillermo Farinas es un claro ejemplo de la doble cara en cuanto a la supuesta “tolerancia” con la oposición. Así también observamos como pregonada liberalidad en el arte se contradice con la brutal represión contra el rapero conocido como “El Critico” y con la clausura de los cinecitos privados de 3D, en donde se proyectan películas al margen de la censura oficialista. Pero así como el simular podría engañar incautos dentro y fuera de Cuba, inclusive a gobiernos y gobernantes en el mundo, también encierra sus peligros para la casta que desde hace más de cinco décadas oprime al pueblo cubano con mano de hierro. El engaño hizo creer momentáneamente al cubano de a pie que se le abría un camino hacia un futuro mejor, y de pronto, al corto tiempo, es decepcionado por los contradictorios actos represivos de la dictadura, los cuales generan el malestar y el enojo del ciudadano: Algo equivalente a hacer chispas sobre un barril pólvora. La careta se les cayó con las contradicciones e inconsistencias de sus actos, dejando una vez más en claro la gran moraleja: Cuba no cambia mientras no estén fuera del poder los Castro y sus malandros.

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