sábado, 17 de marzo de 2012
CON HERODES O CON LOS PASTORES
CON HERODES O CON LOS PASTORES
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La decepción y la desesperación movieron a un grupo de opositores a ocupar varias iglesias en Cuba. Al sentimiento de vivir constantemente acorralados por el mero hecho de pensar distinto al dogma oficialista, se suma el silencio eclesiástico ante el reclamo de la oposición para que su Santidad Benedicto XVI los reciba durante su visita a Cuba y escuche sus justos planteamientos de justicia y libertad.
Varios grupos de opositores fueron sacados por la fuerza de distintas Iglesias en Cuba por los agentes de la represiva Seguridad del Estado de Cuba. Inclusive en Holguín el propio Obispo Emilio Aranguren dió un manotazo a un opositor que por su celular informaba el acontecimiento a algún medio informativo.
Lo deprorable de estos forzados desalojos policiacos, es que se realizaron con la anuencia y el visto bueno del Cardinal Jaime Ortega y Alamino. Nada de extrañar. La postura que desde hace tiempo viene asumiento Su Eminencia se acerca mas al colaboracionismo con la dictadura, que de crítica a los desmanes del régimen y la defensa de los derechos del pueblo. Inclusive la liberación de los presos politicos donde Su Eminencia intervino, estuvo enmarcada dentro del ámbito de la política represiva del estado totalitario de aplicar el ostracismo a aquellos quienes consideran como una amenaza o estorbo político.
El mal sabor dejado por estos reprobables actos nos indica que el propósito de la jerarquía eclesiástica es la de ganar espacios para sí, a cambio de cooperaciones y alianzas taimadas con la dictadura. No es la primera vez que jerarcas de la Iglesia se adhieren a los opresores. Cuando Mussolini hubo jerarcas del clero que extendieron sus brazos dando loas al dictador.
Y es que en la Iglesia Católica, en están los que tienen un compromiso con los pobres como la Madre Teresa de Calcuta o Juan XXIII, o los que se alían a los oprimidos en su reclamo de libertad como Juan Pablo II o Monseñor Eduardo Boza Masvidal; y están los que se interesan mas por el privilegio y el poder del estado que representan como el Papa Julio II o el cardenal Richelieu.
Cuba no es la exepción. Están los clérigos que se suman al pueblo en su reclamo de libertad y justicia como el padre Conrado y los que se pliegan al dictador como Monseñor Carlos Manuel de Caspedes. Al primero se le penaliza sacándolo de la parroquia de Santa Teresita de Santiago de Cuba y se le envía al pueblo de La Maya, mientras que el segundo goza del favor del Cardenal en la capital de la república.
Y es que preocupa que la coordinación de la visita papal este viciada por la influencia de los que solo piensan en base a intereses eclesiástico-institucionales en perjuicio y discrimen de los que se fundan y actúan en base a principios de justicia y libertad. O sea, que los que se pliegan al poder y la riqueza, desplacen a los que se alian a los pobres y oprimidos.
Esta dicotomia recuerda un poco a la que existió en los tiempos Nuestro Señor Jesucristo entre los que se sumaron al despiadado Herodes y a los Sacerdotes del Senedrín, aliados del opresivo poder de Roma, y los que se unieron a los pobres pastores y publicanos. Hoy ese Herodes cubano, que como el otro, asesinó niños, recibe la bendición cardenalicia, mientras que los pobres que reclaman su derecho a la libertad y el respeto de sus derechos humanos, reciben los criollizados legionarios de la Seguridad del Estado, para sacarlos a patadas del Templo. Pero que yo recuerde y leo en los Evangelios, que a los que saco Jesucristo del Templo fueron a los mercaderes y fariseos, no a los pobres y oprimidos que estaban alli para rogar la misericordia del Creador.
No empese, Nuestro Señor en su Evangelio nos dijo : “ Bienventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos seran hartos” ( San Mateo 5:6). Sin embargo, ahora Su Eminencia recibe a los mercaderes y fariseos opresores de la patria en su Iglesia y expulsa a los pobres y oprimidos de nuestro pueblo.
¿QUO VADIS BENEDICTUS?
¿QUO VADIS BENEDICTUS?
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La visita de su Santidad Benedicto XVI a Cuba surge como el acontecimiento más importante del primer tercio del año 2012. Las interrogantes sobre la postura del Papa frente a la cincuentenaria tiranía son la comidilla en las calles de Cuba y del exilio cubano.
El Papa tiene ante si la oportunidad de quedar como un defensor de las libertades y derechos humanos de los oprimidos o como un político insensible que persigue los intereses del estado teocrático que representa.
Las Damas de Blanco le han pedido que se reúna con ellas, así también opositores de distintas vertientes, de dentro y de fuera del país, le reclaman que se reúna con la oposición y que no abandone a los cubanos en el esfuerzo de alcanzar la libertad, el respeto a los derechos humanos y la democracia. Ellos tienen mucho que decir y necesitan del apoyo de todos los hombres de buena fe, pues su causa es justa. Es la causa de la libertad de un pueblo oprimido.
Hasta el presente el Papa no ha manifestado su intención de ceder al justo pedido del pueblo opositor. ¿Será una estrategia para no malograr el viaje y poder llegar a suelo cubano y así poder verlos o será que los ignora por conveniencias políticas?
¿Acaso no fue esta tiranía la que expulso a los religiosos encarcelo sacerdotes, vejo a las monjas, cerro iglesias, persiguió a los creyentes, censuró los evangelios, repudio las procesiones a la Virgen de la Caridad y fusilo a los que gritaban Viva Cristo Rey todo en nombre de la atea Revolución comunista, esa misma filosofía “intrínsecamente perversa” que partió a su Alemania en dos dividiendo las familias como hoy nos divide la nuestra? ¿Pasaremos por alto con los ojos vendados ante tanta infamia y dolor? ¿O es que acaso puede creerse en rectificaciones y arrepentimientos de quines todavía hoy en día encarcelan y torturan a los disidentes por el mero hecho de opinar diferente?
De lo que haga será el mensaje errado o acertado que lance al mundo: O le da el respaldo tácito o expreso a la dictadura, reclamando el fin del embargo americano y que se haga un borrón y cuenta nueva con la dictadura y sus nefastos personeros, pasando por alto los crímenes de lesa humanidad que pesan sobre los genocidas Raúl Castro y Fidel Castro y otros allegados tales como Ramiro Valdés, Abelardo Colome Ibarra entre otros mas.
O por el contrario, expresa en público su repudio a los crímenes y abusos de la dictadura y reclama un cambio real que conduzca al fin definitivo de la tiranía y la reinstalación de las libertades y derechos humanos del pueblo cubano, dando la oposición cubana el respaldo que bien merece el sagrado derecho de los seres humanos a ser libres.
La iglesia siempre ha estado integrada por dos clases de religiosos. Los sensibles al dolor y a los derechos de los pueblos y los motivados por los intereses políticos. La historia esta repleta de ejemplos de estas dos clases de pontificados, los Julio II o los Juan XXIII, los Pío XII o los Juan Pablo II. Y de estas dos posturas, están permeadas todos los niveles jerárquicos de la Iglesia. ¿A cual pertenece Su Santidad? Por sus hechos lo conoceremos, es cuestión de ver que hace y como lo hace.
De nuestra parte, es el reclamo a Su Santidad de adopte una postura vertical y firme contra la tiranía de Cuba, porque mas de cinco décadas soportando los desmanes de este Nabucodonosor criollo, es una afrenta a la dignidad humana y a los mismos fundamentos del Cristianismo.
Por eso le preguntamos Su Santidad, ¿Quo Vadis Benedictus?
LOS TIRANOS NO SE RESPETAN
LOS TIRANOS NO SE RESPETAN
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La asfixiada dictadura cubana vuelve a escarbar en el exilio recursos económicos que su economía es incapaz de producir y de nuevo, crear mas discordias entre los compatriotas que residen fuera. El régimen ha hecho un llamado a un nuevo “dialogo” con aquellos “inmigrantes” que son “respetuosos” con la tiranía.
Esta claro que cuando el cinto le aprieta, el régimen cubano trata de inventar nuevas modalidades de saquearle el bolsillo al cubano de afuera creando nuevas modalidades de arbitrios para los que por alguna u otra razón tienen que viajar a Cuba para socorrer a los suyos, dada incapacidad del gobierno de resolver los problemas básicos de sus ciudadanos.
La dictadura se ha caracterizado por el chantaje como medio de control al ciudadano, aun a aquellos que están fuera del país, y el cual es ejercido muchas veces con la sutilidad que infunde el miedo a recibir represalias y castigos como la prohibición de no poder ver y ayudar mas a los seres queridos quedados en el cautiverio o por lo que a ellos pudieran hacerle los indolentes opresores.
Es evidente que cada vez que la dictadura llama a un ‘dialogo’ a los cubanos residentes en el exterior, el resultado es un monologo con el conclave de agentotes, chantajeados y corderitos que pacientemente escuchan y aclaman todo lo que allí, a modo de instrucciones y ordenes, se les imparte por las autoridades dictatoriales.
No es de extrañar la presencia de nuevas caras que responderán a la convocatoria por maldad, por presión o por ingenuidad. Nada de asombrar, pues en todo proceso libertario, hay quienes padecen de flojera de principios, que les provocan genuflexiones ante los dueños del poder absoluto. ¿Acaso no hubo cuerpos de “voluntarios” y los llamados “guerrilleros” integrados por cubanos para reprimir a las tropas del Ejército Libertador y los opositores al colonialismo español durante la Guerra de Independencia?
Esta claro que entre apóstoles siempre hay Judas Iscariote.
El que respeta a una dictadura abyecta y cruel como la cubana, que ha asesinado miles de seres humanos incluyendo niños y ancianos, avala el crimen espantoso de lesa humanidad que han cometido los verdugos del pueblo y en consecuencia, denigra a quienes reverencian con su respeto al opresor.
Y es que las dictaduras no merecen respeto, sino repudio. Se ha de repudiar su usurpación del poder que compete al pueblo; el abuso y el atropello a los ciudadanos por la casta de gobernantes despóticos y corruptos; las violaciones de los derechos humanos al pueblo; las torturas, las prisiones políticas y asesinato de aquellos quienes no les guardan complacencia ni obediencia ciega al tirano.
Al tirano, a todo tirano, se le debe repudiar, y ese repudio irrespetuoso y desafiante, es la manifestación lícita de la indignación ante la injusticia que intrínsecamente encierra todo régimen dictatorial.
El repudio al dictador se manifiesta a través de la denuncia y de la lucha abierta y frontal contra la tiranía. Y al así repudiarlo, se dignifica al ser humano y se respeta al pueblo, honrando a todos y cada uno de los ciudadanos por cuyos derechos y libertades se procura en aras de la justicia y la convivencia pacifica de todos en patria, hoy pisoteada.
El PCC contra el país
El PCC contra el país
Por: Eliécer Ávila
Puerto Padre, CUBA : No se puede hablar de eliminar la corrupción en un sistema cuyo único incentivo para trabajar es precisamente la corrupción. La corrupción, la burocracia, el discurso vacío y la mentira constante son los pilares que sustentan el sistema imperante en Cuba; por tanto, sería iluso pensar en eliminar esos males manteniendo el sistema: la única manera de salir de la crisis es eliminando esta especie de socialismo-comunista como única y obligada forma de pensamiento en Cuba.
Llegados a este punto, miles de cubanos que no piensan del mismo modo que el gobierno podrían proponer nuevas formas de hacer —formas que no tendrían que ser las de "antes del 59"—, que estarían mucho más a tono con lo que la mayoría de la gente piensa y desea. Pero no. El gobierno ha dejado claro que no va a hacer lo que la gente quiere, sino lo que al mando le parezca mejor en aras de garantizar su permanencia en el poder.
Cuando se analiza con detenimiento cada rama de la actividad económica y social cubana, se ve, en primer lugar, que todo, absolutamente todo, anda mal. En segundo lugar, que cada actividad es "orientada, guiada y controlada" por el PCC.
Todos los cuadros que dirigen el país son miembros del Partido. Son quienes se equivocan a diario y ocasionan graves problemas a la población, pero también quienes, mientras asuman una posición obediente y sumisa frente el Partido, tendrán la posibilidad de dirigir eternamente, en cualquier ramo, sin que importe su dominio de ninguna materia, y sí el hecho de estar "comprometidos con la revolución". Y es que esto de la ideología es lo más engañoso e innecesario que se ha inventado a la hora de gobernar. Resulta evidente: no hace falta aferrarse a una ideología comunista ni a nada que se le parezca para ser un ciudadano ejemplar. Si se desea ser un buen ciudadano, un excelente dirigente o, incluso, presidir un país, basta con actuar consecuentemente con los valores humanos, poseer una correcta educación, una inteligencia adecuada y, sobre todo, una voluntad sincera para actuar por el bien del pueblo. Dentro de estos sencillos parámetros entra absolutamente todo lo bueno y lo noble En los "debates" que pude ver sobre la recién finalizada conferencia del Partido, un alto dirigente expresaba sentirse "profundamente preocupado" por el hecho de que miles de jóvenes cubanos con excelentes condiciones humanas y profesionales no quisieran ingresar en la Juventud Comunista. Como si tal ingreso fuera atributo obligatorio para ser un ciudadano integro;ser "comunista".
La cuestión está en que todo este tiempo es precisamente eso lo que se les ha hecho creer a los jóvenes de este país. Casi ninguno, de hecho, tiene claro siquiera de qué se trata ese asunto del comunismo; pero como se dice y se repite que los comunistas son los buenos de la película, pues es ahí donde se ha de estar (se piensa, entre otras cosas, que para no quedar ubicado en el bando de los malos). Si no se es comunista o revolucionario a la manera de ellos, a ellos no les va a importar cuán bueno seas en todo lo demás: serás de los malos y no podrás aspirar a ser parte de nada imposible. Asimismo, si se es vago, irresponsable, deshonesto, y a su vez se dice ser comunista y revolucionario, uno quedará en el bando de los buenos, de los que pueden llegar a ser flamantes cuadros dirigentes. Cada pecado será perdonados las veces que sea necesario.
Corrupción,reconstrucción
No se puede hablar de eliminar la corrupción en un sistema cuyo único incentivo para trabajar es precisamente ese, la corrupción. Un cocinero escolar, un gerente de hotel, un administrador de empresa y hasta un cuadro del Partido, todos esperan obtener beneficios adicionales a costa de la actividad que realizan, pues el sistema no deja otra opción.
Si se quiere comprobar hasta qué punto la corrupción sustenta el modelo social cubano, un buen experimento sería eliminar, aunque sea imaginariamente por un solo día y en un solo municipio del país, el fenómeno de la corrupción. Entonces todo colapsaría.
Si mañana no hubiera corrupción en mi pueblo, Puerto Padre, varios pacientes morirían por falta de atención médica en el hospital. Los médicos y las enfermeras no podrían viajar desde sus casas a las instalaciones de salud al no poder circular camiones de transporte dada la falta de petróleo que ciertos dirigentes sustraen de las instituciones estatales. Miles de personas se quedarían sin comer, consumida la cuota racionada de la bodega y sin dinero para comprar nada más al no poder robar en sus centros de trabajo. Pero no solo no tendrían comida. Al no poder revender el aceite y la harina destinados al pan, muchos tampoco podrían vestirse, ni construir sus viviendas, ni apoyar a la "revolución". Si en lugar de un día estuviéramos un mes sin corrupción, los dirigentes (sobre todo los políticos, que dependen de los administrativos) adelgazarían, no tendrían fuerzas ni humor para agitar banderitas y empezarían a renunciar, no solo a sus cargos, sino también a sus "inquebrantables convicciones". Por otra parte, es verdad que incluso muchos de los que viven de la corrupción institucionalizada preferirían vivir de otra manera, obtener beneficios en correspondencia con su trabajo y rango social e intelectual, y así no deberle nada a nadie ni vivir con el susto en el cuerpo. Pero en este sistema eso no es posible. Quienes son conscientes de que a la larga esta realidad trae consigo que jamás podamos tener un buen país, no tendrían problemas en darle la última patada en el trasero a este sistema si supieran que de verdad se va a acabar. Mientras no sea así, prefieren seguir agitando banderitas, manteniendo a sus familias y hasta con suerte, viajando al extranjero para traer algo de bienestar en las maletas.
Muchos miembros de las instituciones e incluso algunos dirigentes son gente buena y trabajadora que se montó en la ola del sistema en algún momento de sus vidas. Así me pasó a mí y a tantos más que han permanecido a cuestas con un compromiso del que no es sencillo desprenderse. He conocido excelentes científicos y apasionados profesores que pertenecen al Partido. La vocación de estos hombres no tiene que ver con la política. Pero si no fueran del Partido, no podrían participar de proyectos importantes ni abrirse camino en sus terrenos. Por tanto —según su enfoque—, les conviene llevar el brazalete rojo como llave de acceso a puertas que no se abren sino a gente de confianza. Recientemente, Raúl Castro afirmó: "Las modificaciones que hoy realiza el país para la actualización del modelo económico están encaminadas a preservar el socialismo, fortalecerlo y hacerlo verdaderamente irrevocable". Dichas palabras significan hacer irrevocable la corrupción, la burocracia, el discurso vacío y la mentira constante. Mientras más tardemos como pueblo en darnos cuenta de eso, más difícil será cambiar las cosas. Más difícil será reconstruirnos todos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)