LA ACCION LIBERTADORA RECAE SOBRE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Los resultados de las elecciones en los
Estados Unidos auguran la posibilidad de grandes cambios en la política interna
como en la exterior de la nación americana. La contundente victoria del
republicano Donald Trump sobre la demócrata Kamala Harris concede al nuevo
presidente electo la posibilidad de implementar sustanciales cambios en la
política interior y exterior, máxime cuando el Partido Republicano ganó la
mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.
Obviamente, tal situación deja grandes
interrogantes en el ambiente, pues está claro que una cosa es el discurso electorero
de un candidato y otra las medidas y políticas que adopta una vez asume el
poder.
En la práctica, el cumplimiento de las
promesas hechas por un candidato a un puesto electivo durante la campaña
electoral suele quedar limitadas, enmendadas o descartadas una vez se asume el
poder. Las razones pueden deberse a distintos factores, entre ellos pudiéramos
mencionar los siguientes:
1- Las leyes vigentes que regulan al país, las cuales
limitan y hasta impiden su implementación.
2- Los factores y circunstancias reales que permean el
ambiente político, social y económico de la nación, así como los intereses y
circunstancias que ocurren el ámbito internacional.
3- Los intereses reales del nuevo incumbente, más allá de
los expresados en la contienda electoral.
4- Los compromisos previos hechos con los elementos más
allegados que contribuyeron a la victoria electoral.
5- Las intenciones reales del vencedor en las elecciones,
unas que se dejaron ocultas por conveniencia o estrategia política y otras ya
anunciadas, las cuales pueden tener variaciones en su aplicación por
conveniencia política o por circunstancias ajenas a los deseos del vencedor.
Las acciones del nuevo incumbente de la
Casa Blanca están por verse. Aunque algunas pueden preverse desde la
perspectiva del trasfondo político-ideológico del nuevo presidente electo.
En lo que atañe a los intereses del
pueblo cubano, cuyos exiliados naturalizados ciudadanos norteamericanos votaron
abrumadoramente por Donald Trump, así como los venezolanos y nicaragüenses exiliados,
existe la expectativa de que Donald Trump adoptará una política internacional
de mano dura contra las dictaduras pro-comunistas de Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Pero, sería poco probable, a juzgar por las circunstancias del
entorno internacional actual, que tome acciones directas encaminadas intervenir
para derrocar tales tiranías.
Aun así, si el presidente electo Donald
Trump desarrollase un programa políticas y medidas fuertes contra las tiranías
de Cuba, Venezuela y Nicaragua, ayudarían mucho a los opositores de esos países
en sus luchas para lograr la libertad de sus respectivos pueblos. Del mismo
modo, también ayudaría, si el nuevo gobierno de los Estados Unidos diera
sustanciales apoyos directos y efectivos a los opositores de dichos países, más
allá de los discursos publicitarios que todo gobierno políticamente suelen
realizar.
Por lo pronto, las acciones venideras de
parte del nuevo incumbente de la Casa Blanca nos darán la pauta de lo que está
por venir en cuanto al apoyo y solidaridad para con los opositores de dichas
dictaduras.
Por tal razón, la libertad de los
pueblos oprimidos --- Cuba, Venezuela y Nicaragua – no debe quedar sujeto a las
políticas y acciones de terceros países, sino que han de estar basadas en la
acción y la decidida voluntad de los pueblos en contra de sus opresores.
Si nos apoyan, bien, pero si no nos
apoyan o si las ayudas son insuficientes, la lucha ha de continuarse a toda
costa, porque primordialmente, la obra, el deber y acción libertadora, recae
sobre los pueblos oprimidos, que son la parte verdaderamente dolida e
interesada en alcanzar la libertad.
San Juan, Puerto Rico a 10 de noviembre
de 2024
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