PROTESTA DEL SINDICATO SOLIDARIDAD EN GDANSK, POLONIA 1980
UNA CHISPA DE GDANSK
EN LA HABANA
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La cultura, en sus distintas modalidades y formas, es
parte de la libertad de expresión. El artista, el pintor, el escultor, el
músico, el escritor, al plasmar su obra expresa el sentir de su inspiración,
creencia y opinión; y del mismo modo, a base de lo que percibe, el público
receptor forma sus criterios que motivan la expresión de sus sentires, gustos y
opiniones sobre la obra que ante sí se expone, ejerciendo el derecho a la
libertad de expresión.
Y es que a través del arte y la literatura se asientan e
intercambian opiniones esparciéndose conocimientos e ideas entre la población.
La cultura eleva el espíritu de los pueblos y asienta civilizaciones. Un pueblo
sin libre cultura, es un pueblo ciego y condenado a la pobreza espiritual y al
oscurantismo.
Se trata de un derecho humano consagrado en los artículos
18, 19 y 27 de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Artículo 18: “Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho
incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad
de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en
público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la
observancia.”
Artículo 19: “Todo
individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho
incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y
recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Y más específicamente, en relación al derecho de
participación en la vida cultural del país, dispone:
Artículo 27: “1. Toda persona tiene
derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar
de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que
de él resulten.”
“2. Toda persona tiene derecho a la
protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón
de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.”
Cuando el estado controla la cultura acomodándola a sus
intereses político-propagandísticos, restringe y coacciona el derecho de
expresión cultural del autor y del público receptor, violando los derechos
humanos de los ciudadanos. Eso es lo que desde hace más de seis décadas sucede
en Cuba. El estado totalitario ha mantenido un férreo control y censura en el
ámbito cultural, usándola para sus fines propagandísticos y políticos,
restringiendo la libre expresión cultural de los artistas, pintores, escultores,
músicos y escritores, al tiempo que también coarta los derechos de los
ciudadanos a la información y disfrute cultural, en un ambiente tolerante,
amplio y libre como debe ser todo desenvolvimiento cultural en un país
civilizado y libre.
En estos tiempos, el sector cultural de Cuba está levantando
sus voces en protesta a causa de la coacción del estado y la represión contra
los trabajadores de la cultura. Se trata de un reclamo justo y necesario por el
respeto a la libertad de expresión artística y literaria.
Un grupo llamado Movimiento San Isidro, compuesto por
trabajadores de la cultura, se ha levantado con valor, civismo e hidalguía, por
medio de huelgas de hambre, protestas pacíficas y denuncias, en legítimo
reclamo por la libertad de expresión cultural, lo que equivale a reclamar el
derecho a la libertad de expresión, de recibir información y libre
participación en la vida cultural del país, para el pueblo cubano.
La brutalidad del régimen no se ha hecho esperar con
agresiones y detenciones arbitrarias, denotando el barbárico carácter
anti-cultural y represivo del régimen totalitario.
Los trabajadores de la cultura se concentraron frente al
llamado Ministerio de Cultura, un organismo así mal llamado, pues sus políticas
coercitivas de la cultura, lo coloca como un instrumento de la anti-cultura del
estado totalitario. La respuesta, del gobierno dictatorial ha sido hacer caso
omiso a las justas demandas de los dedicados trabajadores y los reprime con la
brutalidad policiaca.
Más allá del ámbito cultural, son muchos los sectores de
la sociedad cubana que sufren el abuso y el despotismo del régimen castrista.
Los trabajadores son explotados violándoseles sus derechos laborales, los
agricultores son desposeídos del fruto de su trabajo, los ciudadanos
empobrecidos por el estado totalitario son silenciados en sus reclamos de
alimentación, vivienda y condiciones dignas de vida. Se trata de todo un pueblo
oprimido que en lo más profundo de su corazón ansía volver a ser libre.
La realidad es que, en el fondo, las protestas de San
Isidro, son también una chispa de libertad que pudiera mover al resto de la
oprimida sociedad cubana a adoptar el camino de Gdansk, cuando en la década de
los ochenta, unos humildes trabajadores en Polonia se declararon en huelga
prendiendo la chispa de la libertad para el pueblo polaco.
Una chispa de Gdansk ha prendido en La Habana. Por eso,
en estos momentos, esa tenue chispa de libertad en Cuba, a toda costa, debe
mantenerse, avivarse, agrandarse y esparcirse por todos los sectores de la
sociedad y en todo el territorio nacional, incrementándose su intensidad para
que al final, la libertad de expresión y el respeto pleno a los derechos
humanos sean una realidad en toda Cuba, como llama sagrada de la dignidad y la
libertad para todos los cubanos.
San Juan, Puerto Rico a 27 de noviembre de 2020
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