domingo, 13 de diciembre de 2020

CUIDADO CUANDO LOS COMUNISTAS DIALOGAN


 

CUIDADO CUANDO LOS COMUNISTAS DIALOGAN

Por: Lcdo. Sergio Ramos

Dentro del marco idiosincrático del comunista, la honestidad y la sinceridad para dialogar y negociar asuntos políticos, económicos y sociales, es cuestión de maquinación y maniobra para alcanzar sus perversos propósitos. Por lo que el dialogar responde al interés de lograr sus solapados propósitos, más allá de la simple solución negociada de un problema o situación en particular.

Recientemente, hemos visto como la dictadura castro-comunista faltó a la honestidad y la buena fe cuando, al verse presionado por las justas protestas de los trabajadores de la cultura del Movimiento San Isidro, se vio obligado a sentarse a dialogar con ellos, para después, violar los acuerdos y promesas estipuladas destapando una oleada represiva contra dichos opositores.

Esa conducta, evidencia claramente que la intensión del régimen no era llegar a acuerdos, ni cumplir con lo estipulado, sino ganar tiempo para preparar sus trastadas opresivas contra los ciudadanos que reclamaban sus legítimos derechos. Tan pronto como pudieron, los personeros del régimen incumplieron los acuerdos y comenzaron, con fines propagandísticos y desinformativos, un teatral falso dialogo con elementos pro-castristas que se hacían pasar por opositores, al tiempo que arreciaban la represión contra los miembros de dicha organización opositora y también, contra aquellos quienes apoyaban a los que protestaron.

Hay una serie de situaciones en las cuales los comunistas suelen propiciar el diálogo con sus adversarios para llegar a negociaciones y acuerdos sobre un asunto en particular, sobre todo, cuando están envueltos cuestiones de naturaleza económica, política o sociales.

La primera es cuando se ven perdidos en una disputa o contienda; entonces provocan una negociación con el adversario para ganar tiempo con el fin de reorganizarse y volver a atacar a sus enemigos cuando menos se lo esperen, rompiendo y violando todos los acuerdos.

También, buscan el diálogo cuando saben que sus propósitos no tienen ninguna posibilidad de éxito. Entonces, negocian para acomodar y alcanzar algunos de sus pretendidos objetivos. En este caso, muchas veces, suelen ser ellos los que hacen el llamado al diálogo y la negociación a sus adversarios.

Otra situación es cuando a través del diálogo se les facilita alcanzar sus propósitos; sobre todo cuando los interlocutores son elementos dóciles y/o manipulables, lo cual facilitarán la aceptación de los términos y condiciones deseados por los comunistas.

También recurren a las negociaciones cuando necesitan publicitar un esquema de pacifismo y dialogo, en cuyo caso utilizan el método simular negociaciones, usando como contrapartes, algunos aparentes “adversarios” escogidos por ellos mismos de entre sus propios adeptos y agentes infiltrados en las filas opositoras. Bajo este esquema, suelen suceder los diálogos simulados, organizados y dirigidos por ellos mismos con falsos detractores para lograr imponer supuestos acuerdos prefabricados a conveniencia de los propios comunistas.

Para el comunista no hay principios, y si alguno, es el de alcanzar, por cualquier medio, el poder de modo absoluto para su propio beneficio y el de sus cercanos allegados.

En otras palabras, los comunistas como cuestión de principio y de método operacional, frecuentan aplicar la frase de Nicolás Maquiavelo de que “el fin justifica los medios”. Luego, el hecho de traicionar, mentir, incumplir, robar, destruir, esclavizar, empobrecer, torturar, matar, etc. están para ellos, justificados, si resultan útiles para alcanzar sus perversos propósitos de asirse con el poder absoluto.

Dicho esto, tenemos que concluir que todo dialogo con los comunistas deben ser tomado con suma desconfianza y por tanto deben ser meticulosamente observados y escudriñados, por los observadores y los adversarios en la negociación, teniendo siempre a mano un plan alterno de contingencia para accionar frente a sus incumplimientos y traiciones, pues detrás de sus sonrisas y promesas, esconden el puñal que clavarán por la espalda de sus contrapartes.

O dicho, en otras palabras, como regla general, mucho cuidado con las negociaciones con los comunistas, porque suelen ser una pérdida de tiempo y de contiendas.

San Juan, Puerto Rico a 12 de diciembre de 2020.

 

 


sábado, 5 de diciembre de 2020

UNA CHISPA DE GDANSK EN LA HABANA


                      PROTESTA DEL SINDICATO SOLIDARIDAD EN GDANSK, POLONIA 1980

                                           


PROTESTA DE TRABAJADORES DE LA CULTURA DEL MOVIMIENTO SAN ISIDRO, 
LA HABANA, CUBA 2020

UNA CHISPA DE GDANSK EN LA HABANA

Por: Lcdo. Sergio Ramos

La cultura, en sus distintas modalidades y formas, es parte de la libertad de expresión. El artista, el pintor, el escultor, el músico, el escritor, al plasmar su obra expresa el sentir de su inspiración, creencia y opinión; y del mismo modo, a base de lo que percibe, el público receptor forma sus criterios que motivan la expresión de sus sentires, gustos y opiniones sobre la obra que ante sí se expone, ejerciendo el derecho a la libertad de expresión.

Y es que a través del arte y la literatura se asientan e intercambian opiniones esparciéndose conocimientos e ideas entre la población. La cultura eleva el espíritu de los pueblos y asienta civilizaciones. Un pueblo sin libre cultura, es un pueblo ciego y condenado a la pobreza espiritual y al oscurantismo.

Se trata de un derecho humano consagrado en los artículos 18, 19 y 27 de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.  

Artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”  

 

Artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” 

Y más específicamente, en relación al derecho de participación en la vida cultural del país, dispone:

Artículo 27: “1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.” 

“2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.”

 

Cuando el estado controla la cultura acomodándola a sus intereses político-propagandísticos, restringe y coacciona el derecho de expresión cultural del autor y del público receptor, violando los derechos humanos de los ciudadanos. Eso es lo que desde hace más de seis décadas sucede en Cuba. El estado totalitario ha mantenido un férreo control y censura en el ámbito cultural, usándola para sus fines propagandísticos y políticos, restringiendo la libre expresión cultural de los artistas, pintores, escultores, músicos y escritores, al tiempo que también coarta los derechos de los ciudadanos a la información y disfrute cultural, en un ambiente tolerante, amplio y libre como debe ser todo desenvolvimiento cultural en un país civilizado y libre.

En estos tiempos, el sector cultural de Cuba está levantando sus voces en protesta a causa de la coacción del estado y la represión contra los trabajadores de la cultura. Se trata de un reclamo justo y necesario por el respeto a la libertad de expresión artística y literaria.

Un grupo llamado Movimiento San Isidro, compuesto por trabajadores de la cultura, se ha levantado con valor, civismo e hidalguía, por medio de huelgas de hambre, protestas pacíficas y denuncias, en legítimo reclamo por la libertad de expresión cultural, lo que equivale a reclamar el derecho a la libertad de expresión, de recibir información y libre participación en la vida cultural del país, para el pueblo cubano.

La brutalidad del régimen no se ha hecho esperar con agresiones y detenciones arbitrarias, denotando el barbárico carácter anti-cultural y represivo del régimen totalitario.

Los trabajadores de la cultura se concentraron frente al llamado Ministerio de Cultura, un organismo así mal llamado, pues sus políticas coercitivas de la cultura, lo coloca como un instrumento de la anti-cultura del estado totalitario. La respuesta, del gobierno dictatorial ha sido hacer caso omiso a las justas demandas de los dedicados trabajadores y los reprime con la brutalidad policiaca.

Más allá del ámbito cultural, son muchos los sectores de la sociedad cubana que sufren el abuso y el despotismo del régimen castrista. Los trabajadores son explotados violándoseles sus derechos laborales, los agricultores son desposeídos del fruto de su trabajo, los ciudadanos empobrecidos por el estado totalitario son silenciados en sus reclamos de alimentación, vivienda y condiciones dignas de vida. Se trata de todo un pueblo oprimido que en lo más profundo de su corazón ansía volver a ser libre.

La realidad es que, en el fondo, las protestas de San Isidro, son también una chispa de libertad que pudiera mover al resto de la oprimida sociedad cubana a adoptar el camino de Gdansk, cuando en la década de los ochenta, unos humildes trabajadores en Polonia se declararon en huelga prendiendo la chispa de la libertad para el pueblo polaco.

Una chispa de Gdansk ha prendido en La Habana. Por eso, en estos momentos, esa tenue chispa de libertad en Cuba, a toda costa, debe mantenerse, avivarse, agrandarse y esparcirse por todos los sectores de la sociedad y en todo el territorio nacional, incrementándose su intensidad para que al final, la libertad de expresión y el respeto pleno a los derechos humanos sean una realidad en toda Cuba, como llama sagrada de la dignidad y la libertad para todos los cubanos.

San Juan, Puerto Rico a 27 de noviembre de 2020