domingo, 3 de abril de 2016
BAJO EL TELON....Y A OTRO TANGO
BAJO EL TELON....Y A OTRO TANGO
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Cuando el avión presidencial despegaba su tren de aterrizaje de la pista del Aeropuerto Internacional de Rancho Boyeros llevando como pasajeros al presidente Barak Obama y su comitiva, bajaba el telón de un espectáculo político que tuvo de escenario la ciudad de La Habana.
Tras bajar, dejaba atrás a los espectadores de un país empobrecido y carente de libertades fundamentales del hombre que volvían nuevamente a la dura realidad de la rutina por la sobrevivencia, esta vez matizados por un sueño de mejorar a través de un cambio hacia un mundo más libre y prospero.
Allí también quedaron, en sus mismos sitios, inalterados desde hace mas de cinco décadas, los miembros de una casta minoritaria y militarista, tenedora del poder más absoluto y receptora de de las riquezas y prebendas que le son despojadas a un pueblo trabajador y esclavizado.
Todo fue un teatro diseñado para entretener y ocultar al público presente y televisivo de ambas orillas, la realidad de unas negociaciones comerciales y políticas que procuran beneficiar primordialmente a los intereses económicos de ambos actores y los planes políticos de sus dos protagonistas.
La obra teatral debe encantar y dejar embaucado al público espectador y en eso cumplió su cometido. El presidente Obama llegó y no fue recibido por su contraparte el general Raúl Castro. Era lógico que quien llevaba cinco décadas desgañitándose contra los Yanquis, debería guardar las apariencias, al tiempo que el presidente se hacia el desentendido. Más tarde el general de ejército lo recibiría con su disfraz de civil y con todos los honores y pompas en el Consejo de Estado, incluyendo una corona dejada a los pies del monumento a José Martí.
Allí, una vez dentro del antro del poder totalitario de Cuba, hubo conversaciones ocultas mas atenidas a la realidad y a los verdaderos propósitos y objetivos de ambas partes. Momento de realidades tras bastidores que se ajustan a la enseñanza de Martí: “Lo real es lo que importa, no lo aparente. En política lo real es lo que no se ve”.
Luego, de nuevo en la escena, conferencias de prensa, no sin carecer de los imponderables de toda actuación cuando un periodista sincero y sagaz incordió al general cuestionándolo sobre los presos políticos. ---Eso no estaba en el libreto--- y el desencajado general, mendazmente, negó la existencia de tales presos…. Sin saber que antes de que pasaran 120 minutos los opositores de UNPACO le sacaron una lista parcial de 19 prisioneros políticos…y la lista total, dicho sea de paso, es larga, muy larga.
Pero como dicen en Broadway “show most going on” y continuó el espectáculo. Obama se aparece en el programa del popular cómico Pánfilo, con un “que bolá” y dominó incluido. Se le vio comiendo en un “paladar”, visitó al dócil Cardenal y se paseó por las pocas calles nítidamente conservadas para turistas del centro colonial de La Habana Vieja.
En el próximo acto, el protagonista-presidente se reunió con varios destacados opositores, a quienes escuchó y llenó de promesas. Fue algo para el otro público, el que de lejos, al otro lado de mar, veían la obra televisada y a quienes había también que dejarlos en complacencia y satisfacción. Esto fue secuela del preámbulo del “performance” previo, consistente en reuniones en Casa Blanca con un grupo escogido y reducido de destacados cubanos del exterior y de reuniones de algunos pre-seleccionados exiliados en Miami con su asesor de seguridad Ben Rhodes. Hechos ambos muy bien publicitados.
Como toda obra tiene, su clímax y desenlace. Nada menos que en el flamantemente remodelado y recién reparado Teatro Nacional, ante la presencia de un público selecto y seleccionado, habló el presidente Obama. Su discurso estuvo a tono con el desarrollo de la obra. Impresionismo y presdigitación para cautivar a un público cargado de expectación.
Su monólogo comenzó citando un verso del Apóstol: “Cultivo una rosa blanca”, algo siempre seductor para los cubanos, para pasar a advertir el propósito de enterrar el remanente de la Guerra Fría, no de la tiranía, o sea, eso que ahora llamamos “normalización”; para de ahí, pasar a destacar lo común entre ambos países y las diferencias entre los sistemas de Cuba y de los Estados Unidos.
Y entonces interlocutor tocó el meollo aflorando la punta del iceberg tras ensalzar las virtudes innegables de un pueblo innovador y trabajador que de la nada levantó a Miami, arrastrando el dolor de perder su patria, sus bienes y sus familias y que en tan solo una generación dos de sus hijos nacidos en Estados Unidos compiten por la postulación a la presidencia de este país.
Aclarando que no tiene intensión de imponer cambios en Cuba, Obama vuelve a citar a Martí de nuevo: “La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía”, continuó ante la mirada atónita y el gesto molesto del tirano y su íntimo séquito, recalcando el derecho de los hombre a la igualdad ante la ley, la libertad religiosa, el rechazo a las detenciones arbitrarias de las personas que ejercen sus derechos. La necesidad de acceso a internet y a la información y el derecho del ciudadano a elegir libre y democráticamente a sus gobiernos. Recordó entonces como él, nacido en el discrimen, hoy llegó a ser presidente gracias a que los ciudadanos pudieron protestar y organizarse para reclamar sus derechos.
Al otro lado del teatro, en un palco exclusivo, el rostro del general reflejaba el de aquel quien hubiera tragado un buche de palmacristi a pulso.
Pero Obama lo aclaró. El no fue a Cuba a cambiar el régimen, sino a negociar con el régimen y así lo dijo: “El futuro de Cuba tiene que estar en la manos del pueblo cubano”. Lo matizó: “Estados Unidos no tiene la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba”. Coincidentemente, tampoco lo tiene la dictadura que procura su sobrevivencia y continuidad.
Lo real se reflejaba en las calles cubanas, más allá del flamante teatro y de la actuación glamorosa de los actores, donde se vivía la cruda realidad cotidiana de un pueblo. Los esbirros de la tiranía hacían sus estragos en las filas de los opositores pacíficos. Decenas de Damas de Blanco eran detenidas. Más de 200 miembros de UNPACO fueron detenidos en la zona oriental de Cuba. En Villa Clara, el pastor bautista Mario Félix Lleonart fue detenido y maltratado por agentes de la policía y de la Seguridad del Estado cuando se encaminaba a su iglesia para dar un servicio religioso en esta Semana Santa. El periodista independiente Yuri Valle Roca era detenido por la policía y al momento de escribir estas líneas se desconoce su paradero. La Dama de Blanco Aliuska Gómez es detenida por agentes policiacos y una vez en el cuartel fue desnudada ante los policías varones y así desnuda, encerrada por horas en una celda a la vista de sus captores.
Y es que Washington no negoció, ni condicionó levantar el llamado embargo a la terminación del otro bloqueo existente, también remanente de la Guerra Fría: El bloqueo a las libertades que el castrismo le tiene impuesto al pueblo de Cuba.
Los derechos del pueblo cubano no fueron incluidos en las negociaciones, porque eso molesta a la dictadura; por eso el periódico oficialista Granma del día siguiente, amén de no publicar el discurso presidencial, esgrimió contra éste una crítica distorsionante y mendaz. Y es que las verdades siempre preocupan a los tiranos.
En su discurso el presidente-actor alabó los cambios económicos que se estaban dando en Cuba. Pero no dijo que tales los cambios carecen de un carácter profundo para el beneficio real del pueblo. Son mas cosméticos y de naturaleza elitista. El cuentapropismo de la ficción teatral choca con la realidad cotidiana cuando hace apenas un mes 8,000 carretilleros fueron confiscados por el régimen, privando a esos trabajadores por cuenta propia de su medio de sustento. Y es que los cambios económicos a raíz de las negociaciones se implementaran para beneficio de la oligarquía, explotando al trabajador y afianzando a la tiranía. Nada nuevo: Cuba vietnamizada a la criolla.
Obama, el político, se atemperó a curso de nuestros tiempos en lo que el Nobel escritor Mario Vargas Llosa denominó “La Civilización del Espectáculo” cuando en dicha obra nos dice que “El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios”. (*1)
La represión, al igual que la escasez y la miseria, es la realidad que queda tras el espectáculo, como también persistirá tras esta escenificación, un generalato que saciará sus arcas en sociedad con los nuevos inversores, un régimen en quiebra que recibirá el respiro de millones de dólares de los negocios y turistas estimulados por la nueva política de acercamiento.
La realidad en Cuba es otra, distinta y diferente que solo cambiará cuando el pueblo adquiera conciencia de la necesidad del cambio y tome la resolución de provocarlo.
Y así las cosas, el espectáculo continuó inmutable ante la crueldad de vivir bajo un régimen tiránico, teniendo como cierre magistral un buen partido de pelota entre la selección cubana y los Tampa Bay con la asistencia de un público pre-seleccionado y del presidente Obama y el general Castro, quienes compartieron con mucha camaradería, para darle el toque de final feliz al espectáculo.
Y terminada la obra teatral, bajó el telón; el dictador se fue para su casa y Obama a bailar otro tango.
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*1- Vargas Llosa, Mario. La Civilización del Espectáculo, Editorial Alfaguara, México, 2012 Pág. 50.
San Juan, Puerto Rico a 25 de marzo de 2015
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