lunes, 17 de enero de 2022

CUBA Y VENEZUELA EN LA MIRA DEL EXPANSIONISMO MILITAR RUSO

 


CUBA Y VENEZUELA EN LA MIRA DEL EXPANSIONISMO MILITAR RUSO

Por: Lcdo. Sergio Ramos

Recientemente el vice canciller ruso Sergey Ryabkov amenazó con un posible despliegue militar ruso en Cuba y Venezuela. Las expresiones surgen a raíz de la crisis fronteriza entre Ucrania y Rusia y las conversaciones entre el gobierno ucraniano y la OTAN para incorporar a ese país en el conjunto de naciones que pertenecen a dicho tratado defensivo-militar europeo.

Desde hace varios años el régimen de Vladimir Putin ha retomado la política expansionista de la otrora Unión Soviética. La hemos visto en los conflictos fronterizos en las provincias ucranianas de Luhansk y Donetsk y durante la toma de Crimea por los rusos; y más recientemente en la intervención militarista de Rusia en Bielorrusia apoyando al dictador Lukashenko contra las protestas del pueblo exigiendo sus libertades y en Kazajistán en apoyo al gobierno dictatorial de Kassym Jomart Takayev ante las protestas del pueblo reclamando su dimisión.

El expansionismo militarista ruso se ha extendido por otros continentes como el apoyo con armamentos al reciente régimen militar de Mali en África.

En la práctica, el entrometimiento ruso en los asuntos cubanos nunca ha dejado de existir desde que el tirano Fidel Castro se alió al bloque soviético. Todos recordamos como la URSS desplegó cohetes de largo alcance con cabezas nucleares en Cuba dando lugar a la llamada Crisis de los Cohetes en 1962.

También, en Venezuela desde los tiempos de Hugo Chávez y más aún, luego que el dictador Nicolás Maduro tomara el poder se ha incrementado la presencia y ayuda militar rusa en ese país. Y pudiéramos añadir a Nicaragua, en donde recientemente los rusos construyeron una base de espionaje satelital y electrónico.

De cumplirse la amenaza de Moscú, representaría, de nuevo, la presencia de tropas y armamentos rusos, incluyendo cohetes en cuyo radio de alcance estarían ciudades de Estados Unidos. Cuan extendido sea este desplazamiento militar dependerá del tipo y la cantidad de misiles que emplacen.

Desde el punto de vista estratégico, la motivación de Rusia para retomar una importante presencia militar en Cuba y en Venezuela, y porque no, en Nicaragua, es hacer vulnerable en flanco sur de los Estados Unidos a 90 millas del territorio americano y desde la costa meridional del mar Caribe desde Venezuela.

Otras de las motivaciones para esta amenazante intención, es el aumento de gobiernos izquierdistas en la América Latina, a saber, además de Cuba, Venezuela y Nicaragua, los partidos de izquierda que controlan hoy día los gobiernos México, Honduras, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Países cuyos gobernantes son proclives a Moscú.

Sin embargo, según el Pacto Kennedy-Khruchev firmado en 1968, --- del cual Rusia se subrogó en los derechos de la Unión Soviética al esta última desplomarse en 1991---, Estados Unidos se comprometía, entre otras cosas, a retirar los cohetes de Turquía, a cambio de que Moscú retirara los misiles de Cuba y nunca más pudiesen ser nuevamente emplazados allí. Además, los Estados Unidos acordó que no permitiría que se realizaran agresiones a Cuba desde su territorio, ni desde terceros países, lo cual ayudó a perpetuar al tiránico régimen castrista.

Pero, lo cierto es que ni Venezuela, ni Nicaragua están incluidas en dicho pacto, por lo que los misiles de largo alcance podrían ser desplegados en estos países y en Cuba podrían estar emplazados, armamentos y tecnologías militares no proscritas por el Pacto Kennedy-Khruchev, pero que servirían de apoyo y respaldo a las que pudieran emplazarse en los dos primeros, como lo serían los radares y centros de espionaje electrónico , así como, nuevamente, bases de tropas rusas, de misiles tácticos de corto o mediano alcance y de submarinos nucleares, como los hubo en la Bahía de Cienfuegos, Cuba, durante la existencia de la URSS.

Con tal desplazamiento militar, Moscú también aspira a tener una fuerte carta de negociación para continuar con su expansionismo en su entorno fronterizo, tal como la tuvo durante la Crisis de los Cohetes en 1968.

Otro efecto del incremento de la presencia militar rusa, en este caso en lo político, sería el aumento del control ruso sobre los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Además, también le permitiría desarrollar una punta de lanza para incrementar su influencia política en el continente latinoamericano.

A pesar de que el asesor de seguridad de la Casa Blanca Jake Sollivan expresó sobre el particular que “Si Rusia realmente comenzara a moverse en esa dirección, lo abordaríamos en forma decisiva”. Lo cierto es que, de producirse el incremento de la presencia militar rusa en Cuba, así como en Venezuela y Nicaragua, apuntalaría a las tiranías pro-castristas de esos países, tal como sucedió en Cuba con la presencia militar y política de la URSS a partir de la década de los sesenta hasta la caída del bloque Soviético.

El otro aspecto preocupante es que si Cuba, así como también Venezuela y Nicaragua, convertirse en objetos de negociación, podría poner en serio peligro el futuro de la luchas de dichos pueblos por su libertad y democracia, pues existiría el riesgo de que pudiera ser concedida una garantía de  estabilidad o invulnerabilidad para dichas dictaduras como parte de un acuerdo, tal como le ocurrió a Cuba con el Pacto Kennedy-Khruchev cuando Washington se comprometió a no permitir acciones contra el régimen Cuba desde su territorio o desde terceros países.

El hecho de que altos funcionarios de la actual administración en Washington se expresen enérgicamente contra las antedichas amenazas militaristas de Moscú, no significan ninguna garantía de que al final cedan concediendo las aspiraciones de Putin a cambio de lograr otras ventajas en otros sitios que la NATO y Washington entiendan mas relevantes a sus fines e intereses.

Todo dependerá del rejuego durante las negociaciones entre OTAN, Estados Unidos y Rusia; que, como toda negociación en el marco de la diplomacia internacional, estará movida en primer término por la prelación de los intereses particulares de cada uno de los países negociantes por sobre los intereses y necesidades de los países negociados.

De ahí que el pueblo cubano, así como los venezolanos y nicaragüenses, debemos estar muy alertas y ejercer la máxima presión posible para evitar que el futuro de la lucha por la libertad sea puesto en peligro, y hasta truncado, por los posibles acuerdos que puedan resultar nefastos para la libertad y la democracia de Cuba, Venezuela y Nicaragua o de cualquier otro pueblo de Latino América.

 San Juan, Puerto Rico a 16 de enero de 2022