LA SOCAVACION
DE LA DEMOCRACIA
Por: Lcdo. Sergio
Ramos
A partir del
llamado Foro de Sao Pablo en 1990, en donde organizaciones y movimientos de
izquierda se agruparon para establecer una metodología y estrategia con vistas
de destruir las democracias latinoamericanas e imponer sistemas totalitarios y
dictatoriales en el continente mostrando una engañosa apariencia de democracia.
De hecho, hemos visto como varios países latinoamericanos han sido dominados
por estos elementos radicales de izquierda, perpetuándose en el poder de modo
cada vez más absoluto en detrimento de las libertades y derechos humanos de los
pueblos, víctimas de esta modalidad de socavación destructiva de las
democracias en Latino América.
El indicado foro
surge a instancias del propio tirano Fidel Castro y el proyecto de socavación
de la democracia para imponer a los pueblos de América Latina dictaduras de izquierda
neo-marxistas-leninistas, solapadas con máscaras de democracias ficticias, allí
acordado, se basó en las teorías del filósofo izquierdista alemán radicado en México,
Heinz Dieterich Steffan, autor de la obra “El Socialismo del Siglo XXI”
Ya para el 1999
las izquierdas radicalizadas obtuvieron su primera toma del poder con Hugo Chávez
en Venezuela, quien estuvo en poder catorce años hasta su muerte el marzo 5 del
2013 y siendo sucedido desde ese año por Nicolás Maduro, todavía en el poder.
El maquiavélico
plan tiene como base varios elementos en los cuales vale destacar algunos de
ellos. Primeramente, los extremistas de izquierda concurren a procesos
electorales democráticos al amparo de un discurso populista, lleno de atractivas
promesas de justicia social y progreso que a la larga jamás cumplirán.
Una vez en el
poder comienzan la socavación de las instituciones democráticas teniendo como
objetivo los siguientes cambios estructurales a las instituciones democráticas,
principalmente a través de enmiendas o promulgaciones de nuevas constituciones
que, bajo un falso matiz de legalismo institucional, socavan y alteran las
reglas del juego democrático para acomodarlas a su proyecto de control total
del estado. Los objetivos básicos, entre otros son:
Continuismo en el
poder: Para ello, se enmiendan las constituciones o se promulgan otras nuevas cuyo
articulado permite la relección de los incumbentes en los puestos electivos de
forma indefinida.
Eliminación de la
Separación de los Poderes del Estado democrático: Unos de los principios del
estado democrático es la descentralización y dilución del poder del estado a
través de ramas independientes y autónomas normalmente establecidas en tres
poderes --- ejecutivo, legislativo y judicial --- y en algunos lugares un
cuarto poder: El electoral. Pues bien,
por vía de la enmienda y/o promulgación de leyes y de cambios a la constitución
se logra que el ejecutivo pueda nombrar, sin el menor escrutinio ni
fiscalización, a los jueces del Tribunal Supremo y otras instancias judiciales.
De ese modo, nombran jueces políticamente afines e incondicionales al régimen,
permitiendo que el ejecutivo pueda intervenir, directa o indirectamente en las
decisiones judiciales de los tribunales. Esto les da el poder de reprimir y
encarcelar opositores tras el viso de legalidad y de igual manera, exculpar a
sus leales de las violaciones de ley. De igual forma les permite abalar sus
leyes y decretos para guardar una apariencia de legalidad.
El otro aspecto
es lograr el control de las legislaturas. Para el logro de este objetivo se
aplican medidas, decretos y entrampamientos para descalificar partidos
opositores y candidatos de la oposición de modo que no puedan aspirar a los
puestos dentro de las Asambleas Legislativas y así controlar con mayorías o con
la totalidad las legislaturas, lo cual les permite promulgar leyes a la carta y
capricho sin la menor oposición, para así imponer con viso de legalidad, el
modelo totalitario socialista.
Un tercer
aspecto, es buscar el control de los estamentos militares y policiacos.
Desplazando a retiro a los militares opositores, sustituyéndolos por militares
incondicionalmente leales al nuevo régimen. En algunos casos se crean, con la
anuencia de la ya controlada rama judicial y legislativa, fuerzas armadas
paralelas o milicias, que responden exclusivamente al gobernante y que están,
no solo para reprimir a los opositores sino para oponerse y combatir a los
militares leales a la democracia.
Otro de los
mecanismos de control social más importantes es controlar los medios de
comunicación. Con la promulgación de leyes y decretos que censuran a la prensa
coartando y limitando la libertad de prensa, reducen el poder de información de
esta, y hasta crean el clima seudo-legal para confiscar medios de prensa y
comunicación privados que pasaran a manos de los organismos del régimen. Al final, adquieren el monopolio de la
comunicación cerrando el acceso libre de la población a la información.
El otro ámbito de
control es el económico: Por vía de la confiscación, expropiación y/o
nacionalización de las empresas privadas, empezando por las más prominentes y estratégicas.
De esta forma, el estado va adquiriendo poder y riqueza, al mismo tiempo que va
empobreciendo a los ciudadanos. Luego del control de las empresas económicamente
estratégicas, van por etapas bajando de nivel en la aplicación del plan para
despojar a los ciudadanos de sus negocios, hasta expropiar todos los negocios
por pequeños que sean. Al final, todo el orden productivo está bajo el control
estatal. En consecuencia, el estado se convierte en el único portador de
riqueza, lo que equivale a un modo de tener poder, y el pueblo se ya
empobrecido, despojado del poder económico, queda económicamente y totalmente
dependiente del estado, que se convierte en el único empleador y proveedor de los
empleos y de los alimentos y bienes necesario para la vida del ciudadano. Sin
embargo, por tras mano, la oligarquía gobernante, al amparo de una corrupción
sin fiscalización, van enriqueciendo las arcas privadas de los altos jerarcas
del nuevo régimen, lo cual concede a estos un mayor poder y ventaja indebida e
ilegal sobre el empobrecido ciudadano común.
Finalmente, procuran
el control en el orden social: El estado que ahora controla la judicatura y la
legislatura, procede a expropiar las instituciones sociales como las escuelas
privadas, las universidades y otros centros de estudios. Y en cuanto a aquellas
del estado con autonomía universitaria, se les elimina estas, de modo que el
estado adviene a ser el único proveedor de la educación en la forma, modo,
manera y a quienes entienda deba dar, haciendo al pueblo dependiente del estado
para adquirir una educación. De igual modo, lo hace con las instituciones de
salud privadas, acaparando para sí la provisión de los servicios de salud,
Entonces el pueblo queda a expensa del estado para mantener y obtener su
salud. Y, además, en cuanto a los demás
aspectos sociales, el estado va ocupando el control que tenía el ciudadano y
haciéndolo exclusivamente suyo, haciendo del ciudadano un dependiente socialmente
del estado.
Hay otras
maquiavélicas medidas, pero sería interminable detallarlas. Lo importante es la
conciencia del peligro para la libertad y la democracia que encierran los
promotores de estos mecanismos socavadores de la democracia y la libertad de
los pueblos
Al fin de
cuentas, con este rejuego de apariencia de legalidad y simulación de
democracia, el ciudadano pasa de la libertad a la esclavitud y los hace
absolutamente dependiente del nuevo amo: El estado, quien es el único proveedor
del trabajo, la salud, la vivienda, la educación, la recreación y hasta de la
libertad tal como lo era el esclavo encadenado de antaño.
Esta socavación
de la democracia la estamos viendo desde hace un tiempo en algunos países de América
Latina, cada cual con sus características propias y en diferentes estados de
intensidad y desarrollo. Así lo hemos visto en Venezuela, Bolivia, Nicaragua,
en Ecuador bajo Rafael Correa, en Brasil bajo Lula da Silva y Dilma Ruseff y en
Argentina bajo Cristina Fernández. En algunos han tenido éxito para desgracias
de sus respectivos pueblos, como en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. En otros
han fracasado, como en Argentina y Brasil, pero quedan latentes, operando su maldad
agazapados dentro del sistema en espera de una nueva oportunidad.
Esta es una
amenaza real a la libertad, la democracia, el bienestar y el progreso de los
pueblos de la América Latina, y quien sabe que también lo sea en otras naciones
del mundo, donde pretendiesen aplicar este perverso y maquiavélico método socavador
de las democracias. Por ende, las democracias deben tomar medidas firmes,
claras y drásticas contra la socavación democráticas por las solapadas izquierdas
extremas, como cuestión ineludible e impostergable de sobrevivencia para la
libertad y la democracia real de los pueblos.
San Juan, Puerto
Rico a 17 de febrero de 2018