domingo, 27 de julio de 2014

La ambición imperial y la vileza vende-patria

La ambición imperial y la vileza vende-patria Por: Lcdo. Sergio Ramos Desde hace varios años Rusia y Cuba se han envuelto en un flirteo político tratando de restablecer los antiguos vínculos que tenían durante la extinta Unión Soviética. El clímax surgió esta mes cuando la Duma en Moscú aprobó la condonación del 90% de la deuda que Cuba tenía con ese país por una suma ascendente 35,200 millones de dólares y concediendo que el 10% remanente de $3,500 millones lo pague en diez años. El anuncio se hace durante la visita del presidente Vladimir Putin a La Habana simultáneamente con la firma de nueve acuerdos bilaterales. Acto seguido el dictador Raúl Castro lo catalogó como un gesto de “generosidad”. To good to be true. En política internacional nada se da por nada. Toda concesión tiene un quid pro quo. Los dos países buscan sus propios intereses particulares en este acto. Desde hace un tiempo Rusia ha adoptado una política internacional más agresiva, cónsona con una clara pretensión expansionista que se ha manifestado claramente en la ocupación militar de Crimea y los conflictos con Ucrania. En ese escenario, Rusia se confrontó con la inconformidad de los países de la Comunidad Europea y de Estados Unidos. También, desde hace varios años Rusia ha mostrado su interés de aumentar su influencia y presencia en América Latina, sobretodo en el Caribe. Sabido es, de las cuantiosas ventas de armas a Venezuela y Nicaragua, y las negociaciones que Moscú ha tenido con Caracas y Managua, explorando la posibilidad de establecer bases navales en esos países,… y porque no, en Cuba también. El interés es también económico. En dicho viaje al continente sur americano, se reunió con la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner y con la de Brasil, Dilma Riussef. Y para concluir su gira se reúne, además de con ella, con los presidentes de India, Suráfrica, China en la Cumbre de llamado Grupo BRICS para fundar un banco financiero internacional con funciones paralelas al Banco Mundial, en lo que puede interpretarse con una movida para incrementar su influencia económica en el hemisferio y en los países emergentes. La movida en Cuba es de suma importancia para Putin. El retomar el grado de influencia sobre Cuba que tuvo durante la Guerra Fría le proporciona una ventaja estratégica y geo-política al poder contar con la posibilidad volver a establecer aquellas bases de espionaje electrónico, navales y militares a 90 millas de los Estados Unidos. Putin sabe que la oligarquía cubana está muy preocupada por el futuro del subsidio petrolero venezolano, ante el sostenido declive de la economía de Venezuela. Sabe, además, que el económicamente ineficiente régimen cubano, para poder sobrevivir, requiere ser subsidiado y apuntalado por un país extranjero con poder y riqueza. Putin también está consciente que el patrón de conducta de los hermanos Castro es sostenerse en el poder a toda costa, aun entregando la soberanía e independencia del país a terceros, con tal de que les garanticen su dominio absoluto sobre el pueblo cubano. Por su parte, la oligarquía castrista sabe que entrega se servilmente a Rusia es la única forma en que podrían perpetuarse en el gobierno de modo que en su día pueda traspasárselo a los vástagos y herederos de la cúpula gobernante. La oligarquía gobernante en Cuba necesita de subsidios que le permitan mantener el sistema político de control rígido, represivo y cerrado que les garantiza la tenencia del poder absoluto. De ese modo ellos podrían frenar e inclusive retirar las pequeñas concesiones económicas a la población, que a la larga podrían representarles un problema en la medida que estas se expandan y el pueblo cubano adquiera el poder que da la riqueza. Para los hermanos Castro es un asunto de sobrevivencia, luego ven con buenos ojos el volver a ser lacayos de Moscú con tal de permanecer en el gobierno de Cuba. El próximo acto del contubernio entre la ambición imperial y la vileza vende-patria será la aparición en el escenario cubano de los inversionistas de las mafias económicas rusas saqueando nuestras riquezas naturales y explotando a nuestros trabajadores, los militares ‘bolos’ disfrazados de técnicos y asesores paseándose por las calles cubanas en sus asuetos, la presencia de barcos, submarinos y aviones de combate rusos… y quien sabe, si como pago al retornado amo, tengan los jóvenes cubanos que morir en alguna caprichosa guerrita imperial del zar Vladimir Putin.