LOS FALSARIOS EN LA DEMOCRACIA
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Los procesos eleccionarios son parte
esencial de la democracia. Sobre todo, cuando estos son inclusivos de las
diversas tendencias políticas del país garantizándose el derecho al voto a
todos los ciudadanos y los procedimientos de escrutinio de los votos son
imparciales, transparentes y limpios.
En la democracia el inalienable derecho
a la libertad, el respeto pleno a los derechos humanos y la igualdad de todos
los ciudadanos ante la ley son requisitos esenciales para que esta sea real y
efectiva. Se trata del “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”
como bien lo definiera Abraham Lincoln. La democracia plena de los pueblos es
el antídoto a la opresión.
Sin embargo, hay quienes se aprovechan y
utilizan las virtudes y ventajas de la democracia para, solapadamente, alcanzar
el poder con el propósito de imponerle a los pueblos nocivas dictaduras y
regímenes totalitarios; cuyo efecto es la opresión y esclavización de los
ciudadanos para beneficio de quienes le conculcan la libertad a los pueblos.
Los falsarios extremistas de la
izquierda suelen disfrazarse de democráticos creando un rejuego mentiras y
demagógicas promesas para alcanzar el
poder engañando a los electores, y una vez electos y consolidados en el control
del gobierno, proceden a cambiar las reglas del juego, enmendando para su
provecho las normas constitucionales democráticas y leyes protectoras de los
derechos de los ciudadanos, entronizándose en el poder y desencadenando una
inmisericorde persecución contra sus opositores y los defensores de la
democracia y los derechos humanos.
Este perverso método de apoderarse
ilegítimamente del poder lo hemos visto en Latinoamérica. Esas fueron las
maquiavélicas maniobras que usaron Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y
las que usó Daniel Ortega en Nicaragua, quienes, tras alegar supuestas
victorias electorales, asumieron en poder para destruir las democracias en sus
respectivos países e imponer dictaduras que oprimen a sus respectivos pueblos.
Hace años en Chile, en la década de los
setenta, Salvador Allende trató de imponer un régimen dictatorial de izquierda
siguiendo el modelo de Cuba, luego de ganar unas elecciones bajo la promesa de
respetar la democracia.
El propio tirano Fidel Castro, aunque no
asumió al poder por las elecciones, engañó al pueblo prometiendo respetar la
Constitución democrática de Cuba de 1940 y realizar elecciones libres; promesas
que nunca cumplió apoderándose del poder e implantando la peor y más
sanguinaria dictadura que jamás haya habido en el continente Latinoamericano.
Hoy día, en muchos países del mundo se
repite este maléfico rejuego de los enemigos de la democracia; por cuanto los
pueblos deben estar muy alertas para detectar y oponerse firmemente a quienes
con el disfraz de democráticos buscan implantar un régimen dictatorial.
Desenmascarar y frenar las perversas
intenciones de los falsos demócratas y concientizar a los pueblos de los
peligros para la libertad y la democracia que constituyen esos falsos
demócratas, enemigos de la democracia, es deber insoslayable e imprescindible
de todos, para proteger la democracia y la libertad de los ciudadanos, y evitar
que los pueblos se conviertan en victimas oprimidas por potenciales represores.
Defender y proteger la libertad, los
derechos humanos y la democracia es un derecho inalienable de todos los
pueblos.
San Juan, Puerto Rico a 15 de septiembre
de 2024